LEEMOS LA LECTURA Y EXTRAEMOS 10 PALABRAS QUE DESCONOCEMOS Y BUSCAMOS
SU SIGNIFICADO EN EL DICCIONARIO.
El sabio Sebastián
Sebastián recogía diariamente una palabra diferente para aprender su significado y
la echaba a un saco; ya tenía más de mil.
- ¿Para qué quieres tantas palabras? - le preguntó un vecino del pueblo extrañado.
- Me gusta aprenderlas y saber lo que significan; algún día seré millonario en
palabras.
- ¿Millonario de palabras? ¡Vaya tontería! - exclamó el vecino.
Pasaba el tiempo y el saco aparecía cada vez más lleno; ya tenía dos mil palabras.
- ¿Aún sigues recogiendo palabras? ¡Qué estupidez! - le dijo el vecino mofándose de
él al verlo cargando con el saco.
Pasaron los años y Sebastián había recogido tantas palabras que las tuvo que
repartir en cientos de sacos; ya tenía más de ochenta mil.
Pasó un chiquillo corriendo por la plaza del pueblo y Sebastián dijo:
- ¡Este mozalbete es un astuto agibílibus!
-¡¿Qué has dicho?! - gritó la madre, airada, pensando que había dicho algo horrible de su pequeño.
Y Sebastián le explicó el significado de esa extraña palabra dejando a la madre tranquila.
Un día llegó al pueblo un hombre montado en un equino.
- ¡Buenos días! ¡Bonito burdégano! - saludo Sebastián dando la bienvenida al forastero.
- ¿Y eso qué es? - dijo el hombre con los ojos abiertos como platos.
Y Sebastián se lo explicó porque conocía al animal mejor que su dueño.
Otro día pasó por el pueblo un vendedor que ofrecía a los vecinos un raro artilugio: un tubo negro que en su interior
tenía tres espejos inclinados y multiplicaba unas imágenes muy bonitas al mirar por él.
- ¡Un caleidoscopio! - exclamó Sebastián feliz.
- ¡¿Un quéééé?! - gritaron todos sorprendidos.
Y Sebastián se lo explicó porque sabía qué era y lo divertido que resultaba jugar con un caleidoscopio.
Al poco tiempo Sebastián se encontró al vecino que venía de sacarse una muela.
- ¡Vecino, estás abuhado! - le dijo mirándolo a la cara detenidamente.
El vecino que tenía dolores y estaba de muy mal humor lo empujó muy enfadado.
- ¡¿Me estás llamando cara de búho?! - le gritó muy colorado.
- ¡Nooooo, cálmate! ¡Estás enajenado! - le dijo, enfadando aún más al vecino que pensaba que lo insultaba de nuevo.
- ¡Ayuda! ¡Me ataca un orate! - gritó Sebastián al verlo fuera de sí, y recibió un nuevo empujón del hombre
ignorante que lo hizo caer al suelo.
Cuando el vecino estuvo más calmado Sebastián le pudo explicar todo.
Además de millonario en palabras, Sebastián se convirtió en un anciano muy sabio; las recogió en un diccionario para
que todos pudieran consultar su significado y no hubiera nunca más malos entendidos.
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