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La música de las esferas
Para Pitágoras, pensador griego que vivió entre 580 y 495 a.C., el movimiento de los cuerpos celestes se debía a un ritmo cósmico especial. En otras palabras, los planetas están regidos por cierta música divina que marca el compás y permite que se muevan todos en conjunto sin colisionar ni variar el rumbo.
A esta forma de ver el movimiento del universo se le llamó “la música de las esferas” y también tiene una importante repercusión en la Tierra. Supuestamente, Pitágoras creía que los ciclos naturales, el crecimiento y los movimientos de la vida estaban también regidos por esta música celestial. En otras palabras, este pensador supuso que debía de existir “algo” que coordinara al universo, algo que le diera su ritmo y su armonía. Después de todo, se decía, ¿cómo es que todo funciona tan bien en el universo, cómo es que todo está coordinado? En lugar de pensar en una fuerza que atraía, rechazaba y mantenía en movimiento a los cuerpos celestes, Pitágoras creía que todo pasaba por influencia de un ritmo cósmico.
El amor
Otra de las teorías antiguas que abarcan cierta descripción de la gravedad es la de los neoplatónicos renacentistas, en especial Marsilio Ficino. Este escritor florentino del siglo XIII, retomó las ideas del griego Platón, sobre todo las plasmadas en su diálogo titulado El banquete.
En este diálogo, Platón discurre sobre la importancia del amor. Ficino retoma sus ideas y les da un giro cristiano, de forma que afirma que el amor es un tipo de fuerza de atracción que mantiene y perpetúa la especie. Cuando el enamoramiento nos posee, entramos en un estado alterado de conciencia en el que literalmente “orbitamos” en torno al objeto de nuestro amor. La atracción que ejerce sobre nosotros no nos permite alejarnos de él o de ella.
De la misma manera, los seres humanos nos enamoramos y somos capaces de crear belleza, lo cual, a su vez, también es un motor que mueve al universo. El amor, el arte, la belleza y la gravedad estaban entremezclados en el concepto de Ficino. No podemos caer en el error de considerar su pensamiento como una teoría del amor o un simple tratado para los enamorados; su postura va mucho más allá. Más que un gesto romántico, él ve en el amor un “principio” que sostiene y mueve al universo.
Isaac Newton y ley de gravitación universal terminó con las especulaciones en torno a una sola “energía” capaz de explicar el comportamiento de los seres humanos, de la naturaleza y los planetas al mismo tiempo. A pesar de ser “universal”, esta teoría se circunscribe a un terreno teórico y físico, y nos hace sentir menos relacionados con el cosmos.
Al final del día, Albert Einstein demostró que Newton estaba equivocado, la gravedad no es una “fuerza” sino una ilusión de la geometría causada por el efecto de la materia en el espacio-tiempo. Y sin embargo, en las escuelas seguimos aprendiendo la ley de gravitación universal de Newton