El antropólogo Edward Burnett Tylor, define el concepto de cultura solo como objetos presentes en el mundo natural. (V)(F)
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Fue, precisamente, E. B. Tylor quien acuñó una de las definiciones más clásicas de la cultura, y ya con el sentido que tiene hoy, en 1871, en Cultura Primitiva: "La cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es ese todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad".
La definición, descriptiva y minuciosa de Tylor ha sobrevivido a la superación de las tesis evolucionistas, debido a la precisión que encierra la misma, pero también como consecuencia de su racionalismo. Tras ella se encuentran los postulados de la antropología filosófica alemana de mediados del siglo XIX, y especialmente los de G. Klem. No obstante, y ciertamente, el texto se encuentra anclado en el ámbito de las doctrinas evolucionistas propias de la adscripción de su autor y, asimismo, en el tiempo en que fue escrito aquél. Tal contexto es el de la unidad cultural de la humanidad, y las distintas culturas que se descubren en la misma no son otra cosa que el reflejo de los diferentes estadios que la sociedad ha de atravesar en su evolución.
En la definición de Tylor se enfatiza, por una parte, la noción de totalidad que caracteriza a la cultura, mientras que, por otra parte, se desciende a la composición de la misma al referirse a las partes que la integran. El significado de cada una de éstas resultaba capital en el planteamiento de E. B. Tylor, puesto que, a partir de su concreción, se podrían rastrear aquéllos elementos que constituyeran "supervivencias" del pasado salvaje, en rima con el paradigma evolucionista que defendía.
La crítica a que fueron sometidas las ideas del evolucionismo unilineal por parte del culturalismo de Franz Boas subrayó el carácter particular de cada cultura en el ámbito de la diversidad cultural. F. Boas desarrolla una tesis que contradice no sólo los postulados del evolucionismo, al uso entonces, sino también las propias de los intelectuales alemanes, que habían inspirado su formación, basadas en el Volkgeist. Cada cultura, nos dirá, es el resultado de unas condiciones naturales e históricas que, sin embargo, no son determinantes.
La idea de Boas sobre la cultura se halla contenida en la siguiente definición: "Puede definirse la cultura como la totalidad de las reacciones y actividades mentales y físicas que caracterizan la conducta de los individuos componentes de un grupo social, colectiva e individualmente, en relación a su ambiente natural, a otros grupos, a miembros del mismo grupo, y de cada individuo hacia sí mismo. También incluye los productos de estas actividades y su función en la vida de los grupos" (F. Boas, The Mind of Primitive Man, 1938).
Ese escepticismo de F. Boas en la búsqueda de leyes en el campo de las ciencias sociales, tal vez consecuente con su formación en el campo de las ciencias experimentales, alcanzaba incluso a la historia a la que él parecía prestar especial atención. Precisamente, si su interés por los procesos históricos de la cultura le aproximaba, aunque fuera mínimamente, a los evolucionistas, su visión particularista y relativista le distanciaba considerablemente de los mismos. Toda la obra de Boas está recorrida por su profundo relativismo cultural.
Esta concepción marcadamente empírica de la cultura, que tan nítidamente se percibe en la obra de F. Boas, está igualmente presente en el pensamiento de algunos de sus discípulos, cual es el caso de R. Benedict y C. Kluckhohn, esto es, en los llamados configuracionistas.
R. Benedict pone el acento en la condición selectiva de la cultura, al entender que ésta se ajusta a una elección entre las innumerables posibilidades que se le ofrecen, dando lugar a que cada cultura presente un perfil determinado y singular. Es, justamente, ella quien introduce los conceptos asociados de "pauta de cultura" y de "rasgo cultural", obedeciendo este último a cada una de las unidades que en su conjunto conforman la "pauta de cultura". Constituyen estas pautas el epicentro de las culturas, en torno al cual se ordenan los principios más relevantes de las mismas (R. Benedict, 1934).
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