• Asignatura: Castellano
  • Autor: milagrolamejor
  • hace 4 años

2. ¿Cómo se puede lograr el dominio de la lectura y escritura creativa? .​

Respuestas

Respuesta dada por: joannyeab
4

Respuesta:

Espero que te ayude

Explicación:

El dominio de la lectura y la escritura. (1)

Antonio Pérez Esclarín

Centro de Formación Padre Joaquín.

Hoy todo el mundo parece estar de acuerdo en que, entre los problemas más graves de la actual crisis educativa, está el dominio tan pobre de la lengua materna. Después de una escolaridad cada vez más larga, es muy reducido el número de alumnos formados, o al menos iniciados, para llevar a cabo una lectura crítica e inteligente, activa y placentera. Liceos y universidades se quejan de que cada día reciben más y más alumnos que no saben leer ni escribir, y todos conocemos egresados universitarios con gravísimos errores de ortografía, de lectura vacilante, e incapaces de expresarse, tanto en forma oral como escrita, con la debida corrección. Pero no basta con reconocer el problema o vocear la importancia de la lectura y escritura, si seguimos haciendo las cosas del mismo modo. Es urgente que tomemos las medidas adecuadas para superar el problema, y que las escuelas se dediquen fundamentalmente a promover el aprendizaje de la lectura, la escritura, la expresión y el cálculo, cimientos de otros aprendizajes más complejos. Como se viene repitiendo hasta el cansancio, hoy no tiene ningún sentido una enseñanza que se limita a transmitir paquetes de conocimientos que los alumnos deben memorizar y repetir para pasar exámenes, sino que es necesario enseñar a aprender, de modo que el alumno vaya adquiriendo la capacidad de acceder a un pensamiento cada vez más autónomo e independiente, que le va a permitir seguir aprendiendo siempre. Esto supone el desarrollo de las competencias básicas, en especial de expresión oral, lectura, escritura y cálculo.

De ahí que la enseñanza de dichas competencias no puede ser considerada como un objetivo exclusivo de los primeros grados, sino que tiene que ser asumida como el objetivo fundamental de toda la educación básica. Si la escuela enseñara realmente a leer bien y desarrollara en los alumnos una verdadera afición por la lectura, cada vez más compleja y personal, habría logrado lo esencial. Si de nuestras aulas salieran alumnos lectores, a los que les gusta leer, que necesitan leer, les estaríamos abriendo la puerta a la sabiduría. De allí que el reto de la escuela no es meramente alfabetizar a los alumnos, sino convertirlos en lectores que, en cierto sentido, sientan la necesidad de leer, como sienten la necesidad de hablar. Esto no será posible si los maestros no son lectores, si no sienten la necesidad y el placer de leer y de hacer de la lectura un instrumento de uso cotidiano. Si el docente sólo lee cuando está estudiando y le obliga el profesor, él interioriza la concepción de que la lectura es algo meramente escolar y decidido por otro, una obligación impuesta, y esta será la concepción que reproducirá en sus alumnos. Pero si el docente goza leyendo, es un lector entusiasta, posiblemente comunicará a sus alumnos su pasión por la lectura.

Afortunadamente, cada día estamos entendiendo mejor en qué consiste la lectura. Hasta hace unos años, se pensaba que la lectura era una forma de recibir la información que el autor quería transmitir. El lector era un mero recipiente donde el autor vertía sus ideas. Hoy sabemos que toda la lectura es un diálogo entre el texto y el contexto del lector, que el significado no se descubre sino que se construye y que, por eso, sólo es posible leer de lo que uno ya sabe (todos, con un simple vistazo al periódico nos enteramos de las noticias que nos interesan; en cambio somos incapaces de leer un folleto de electrónica o de computación si no tenemos conocimientos de la materia; de ahí la inutilidad práctica de casi todos los instructivos que vienen con los aparatos que uno compra, si uno no es experto en la materia).

Ningún texto habla definitivamente por sí mismo, pues toda lectura es necesariamente una interpretación del texto desde los propios saberes, y por ello son posibles múltiples lecturas de un mismo texto, pues cada uno lo interpretará según sus vivencias y experiencias previas. De allí que, como plantea Isabel Solé (1.996), leer es imposible sin la implicación activa del lector que va comprendiendo en cuanto es capaz de establecer relaciones significativas entre lo que sabe, ha vivido o experimentado, y lo que le dice el texto. Si comprende lo escrito, es porque puede ir relacionándolo con las cosas que ya sabía e integrar la información nueva a sus esquemas previos.

Si la lectura es interpretación, y la interpretación es construcción de significado, leer es un acto de pensamiento. Todos caemos en la cuenta cuando un alumno lee sin comprender, y cuando lo hace con sentido, porque leer es precisamente dar sentido, construir el significado de lo que se lee a partir de lo que ya se sabe. De ahí que la lectura es uno de los medios más efectivos para enseñar a pensar.

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