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Respuesta:
En Mateo, el señor distribuye el dinero a partes desiguales, con arreglo a la capacidad que cada uno de los criados tiene a los ojos del señor, a diferencia de lo que sucede en el la versión del Evangelio de Lucas.[23] En la parábola, el señor no entrega los talentos para medir o poner a prueba la capacidad de los siervos, sino para que los multipliquen durante su ausencia.
v. 16-17. No se dice la manera en que los dos primeros servidores consiguen doblar el capital que se les ha entregado, lo que significa que no tiene interés a los efectos de la enseñanza de la parábola.[23] En los dos casos, el rendimiento obtenido es el mismo.
v. 18. Enterrar el dinero era usual durante los conflictos bélicos cuando corría el riesgo de caer en manos enemigas y, según el derecho rabínico, quien enterraba un depósito no estaba obligado a compensación en caso de robo.[24] El tercer servidor se ocupa solamente de evitar el riesgo. El dinero enterrado no se pierde, pero tampoco se incrementa ni le da trabajo alguno.[23]
v. 19: «se puso a ajustar cuentas con ellos». La intención es destacar que se pedirán cuentas. Es posible reconocer aquí que la parábola en su forma original iba dirigida a las autoridades de la Iglesia.[25]
v. 20-23. En la rendición de cuentas de los dos primeros servidores, el evangelio salta súbitamente de una realidad profana a una religiosa. «Te pondré al cargo de lo mucho» puede significar que el premio a la fidelidad consistirá en que se recibirán responsabilidades más serias; el ser admitido en el gozo de su señor significa que se otorgará al siervo una mayor intimidad con el dueño.[17] La reacción del señor parece respaldarse en el concepto rabínico que consideraba que la fidelidad en las cosas pequeñas hace grande a un hombre a los ojos de Dios.[26] Para Schmid, las palabras «Entra en el gozo de tu señor» no cuadran en la boca de un hombre satisfecho por el mero aumento de su capital, y pueden referirse solamente a la vida eterna.[27]
v. 24. Este versículo, que no debería alegorizarse, indica que el dueño es exigente; ésta es ciertamente la intención de toda la parábola. El tercer siervo nada ha perdido, pero tampoco ha ganado nada. Al menos podía haber entregado la suma a los banqueros, que daban crecidos intereses en tiempos del Nuevo Testamento.[17]
v. 28: «dádselo al que tiene diez». Tampoco es un rasgo alegórico que se dé un talento más al siervo que recibió diez;[17] sirve para introducir la sentencia del v. 29.
v. 29. Esta sentencia paradójica quiere indicar que los poderes otorgados a los discípulos crecen con el uso y disminuyen con el desuso.[17] El castigo por este tipo de infidelidad (omisión) es tan severo como el que corresponde a pecados más positivos (acciones).[17]