Respuestas
A partir del año 1600, los asentamientos indígenas fueron reorganizados en "reducciones" o "pueblos de indios".
Los cultivos indígenas y las plantas y ganados traídos de Europa permitieron el desarrollo de una variada actividad agrícola en América.
Las grandes civilizaciones que florecieron en las áreas mesoamericana y andina, no sólo habían resuelto exitosamente los problemas de subsistencia alimentaria, sino además habían creado ingeniosos y eficientes sistemas agrícolas.
La América indígena aportó al mundo numerosas especies vegetales domesticadas. Estas constituyeron el 17% de los cultivos que se consumían entonces en todo el orbe.
Los europeos, por su parte, introdujeron los cultivos de cereales, leguminosas, diversas hortalizas, la vid, el olivo, la caña de azúcar y algunas especias, muchas de ellas de origen asiático. Asimismo, los animales que acompañaron a los conquistadores españoles se reprodujeron y dispersaron rápidamente por todo el territorio americano.
Como bien señala Manuel Lucena Salmoral, "Iberoamérica reunió en su territorio toda la experiencia humana en la domesticación de plantas alimenticias e industriales: las autóctonas y las procedentes del mundo euroasiático-africano.
Estas singulares condiciones de la América española incidieron en una producción agrícola muy variada de región en región.
En un comienzo los conquistadores españoles menospreciaron la agricultura, volcándose principalmente hacia la minería.
A lo largo de los siglos XVII y sobre todo XVIII, la agricultura se transformó en la actividad económica más importante en América.
Los factores climáticos y geográficos determinaron el desarrollo de ciertas zonas que se especializaron en el cultivo de algunas plantas o en la crianza de ganado mayor. De esta manera, en las Antillas sobresalían las plantaciones de la caña de azúcar y la ganadería.
El Nuevo Reino de Granada y la Audiencia de Quito aportaron cacao, tabaco e índigo, mientras la región peruana contó con azúcar, trigo, maíz, coca y vides.
Es importante señalar que las comarcas agrícolas se dedicaron más a la satisfacción de las necesidades del mercado interno, que a la exportación hacia la metrópoli.
Las tierras americanas fueron otorgadas al rey de España por cesión papal, pero quienes repartieron las primeras propiedades (peonías y caballerías) fueron los propios conquistadores.
A lo largo del siglo XVI, la corona concedió las tierras a través de las Audiencias y, especialmente, los Cabildos.
Las urgentes necesidades financieras de la corona española a fines del siglo XVI, obligaron a una reforma territorial, que consistió en una reasignación y "composición" de las tierras americanas.
Todos los estamentos sociales americanos participaron de una u otra forma en las actividades agrícolas. Los españoles, en su calidad de dueños de gran parte de la tierra, se concentraron en las estancias ganaderas, plantaciones y en las haciendas.
La Iglesia, y especialmente las órdenes religiosas como los jesuitas, sobresalieron como terratenientes en el Nuevo Mundo. Sobre todo en Nueva España, las propiedades rurales fueron inmensas y abarcaron gran parte de las mejores tierras, bien situadas en relación a los principales mercados.
Los indígenas, si bien mantuvieron sus cultivos tradicionales alrededor de sus comunidades rurales, tenían que pagar un tributo al rey de España.
A pesar de la prohibición legal, algunos colonizadores se establecieron entre los nativos y cultivaron parte de sus tierras, transformando de esa manera a las reducciones indígenas en pueblos mestizos, poblados por pequeños y medianos agricultores.
En las plantaciones dedicadas al monocultivo (azúcar, café, tabaco, etc.) predominó la mano de obra esclava, constituida fundamentalmente por miembros de diversas culturas de la costa occidental del continente africano.
Finalmente debemos mencionar que la agricultura colonial ha sido escasamente estudiada y poco valorada por la historiografía del período. Salvo algunos casos regionales como México, carecemos de síntesis globales.
Explicación: