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La guerra de guerrillas en la península ibérica durante las guerras napoleónicas se refiere a las acciones armadas llevadas a cabo en España por tropas no regulares contra el Grande Armée de Napoleón durante las guerras napoleónicas. Estos grupos armados acosaban constantemente al ejército francés y, en palabras de un oficial prusiano adscrito al ejército invasor, «Cuando llegábamos, ellos desaparecieron, cuando nos marchábamos, ellos aparecieron —estaban en todas partes y en ninguna— y no tenían ningún centro tangible a que atacar».[1] La fase de guerra napoleónica librada en la península ibérica fue muy significativo en ser la primera vez en la historia de Europa que se usó la guerra de guerrillas a un nivel tan extendido, una consecuencia importante siendo la de obligar a Napoleón a centrarse en península ibérica, en detrimento a sus operaciones en otras partes del continente europeo.[2]
Alfredo Roque Gameiro (1907): Acuarela de guerrillas atacando a columna de tropas francesas.
El hostigamiento de las guerrillas sobre las tropas francesas llevó a Napoleón a referirse al conflicto armado en la península como la «úlcera española».[3] Ese hostigamiento llegó a tales extremos que, al final, los mensajeros franceses irían escoltados por 200 hombres de cabellería y los despachos enviados por el rey José de Madrid a París iban escoltados por 1500 soldados hasta la frontera con Francia.[4]
Aunque tanto en Portugal como en España —sobre todo en Cataluña y Valencia, donde miles de miqueletes o somatenes bien organizados habían demostrado ya su efectividad en la sublevación de Cataluña de 1640 y en la guerra de Sucesión española de 1701-1714,[5]— fue durante la invasión de Portugal y la guerra de independencia española que estas fuerzas armadas se extenderían por toda la península. Las guerrillas fueron muy eficaces atacando a la Grande Armée en su retaguardia, sobre todo en sus líneas de comunicación y suministro,[6] hasta tal punto que el propio Napoleón comentaría que el «desgraciado asunto español» le «había matado».[3] Un listado de 1812 cifra en 38 520, divididos en 22 bandas, el número de guerrillas en España, es decir, sin contar los de Portugal.[7]
Muy conscientes del éxito de las guerrillas, tanto en sus acciones en las zonas rurales como urbanas, el 28 de diciembre de 1808 la Junta Central Suprema publica el Reglamento de partidas y Cuadrillas, un decreto que regulaba la formación de las guerrillas.[8] Se publicarían otros decretos el año siguiente, como el decreto que autoriza al Corso Terrestre quedarse todo el dinero, suministros y equipamiento que consiguieron arrebatar de los franceses.[7] Poco a poco, se irían incorporando a estos grupos en el ejército regular y muchos de sus «cabecillas» adquieren los rangos militares correspondientes.
Por otra parte, destacados militares como Enrique José O'Donnell, sucesor de Joaquín Blake,[n 1] encargado de reestructurar al Ejército de Cataluña, y que abogaba por tropas regulares bien formadas, se enfrentaba a la junta local, que argumentaba que las tropas regulares habían sido derrotadas una y otra vez por el ejército francés, abogaba por las acciones de los miqueletes y somatenes.[10]
Explicación:
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