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En los tonos morados y carmesí del cielo
encomiendo mi alma al Dios que alabo
porque del mar y de la Tierra el hombre es dueño
pero no del destino que se nos ha decretado.
Sin un solo remordimiento en mi conciencia
recuesto mis cansados hombros de tu pecho
buscando consuelo para aliviar mis pesares
y palabras que llenen mi corazón de anhelo.
Regocijó mi alma, escuchando a las aves
su cantar divino, música celestial
capaz de alegrar al ser más amargo
e iluminar la más profunda obscuridad.
Espero te sirva :3
encomiendo mi alma al Dios que alabo
porque del mar y de la Tierra el hombre es dueño
pero no del destino que se nos ha decretado.
Sin un solo remordimiento en mi conciencia
recuesto mis cansados hombros de tu pecho
buscando consuelo para aliviar mis pesares
y palabras que llenen mi corazón de anhelo.
Regocijó mi alma, escuchando a las aves
su cantar divino, música celestial
capaz de alegrar al ser más amargo
e iluminar la más profunda obscuridad.
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