• Asignatura: Geografía
  • Autor: baezmila94
  • hace 4 años

analiza como humano Cómo debemos actuar​

Respuestas

Respuesta dada por: karinagambinorios
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Respuesta:

No es mi intención evaluar la compatibilidad de una teoría filosófica con los criterios que emergen desde el magisterio de la iglesia, para poder decir finalmente si la primera «pasa el examen», tampoco resulta razonable como objetivo hacer de la propuesta eclesial en materia de justicia social una teoría más entre las ciencias sociales. Idealmente, el diálogo interdisciplinar actúa como un espejo entre dos ciencias; cada una de ellas, si se deja interpelar auténticamente por la que tiene enfrente verá emerger a la superficie sus propias potencias y debilidades y, en el mejor de los casos, esta interdisciplinariedad dará origen a un discurso epistemológicamente complejo, que no solo resultará útil para las ciencias en su dimensión teórica, sino también para crear proyecciones transformadoras de la realidad. Tal como sucede entre dos personas, este encuentro, para ser tal, requiere una buena dosis de humildad y altura de miras; humildad para escuchar una propuesta que puede dejar en evidencia las propias limitaciones y para no tratar de imponer la propia verdad al interlocutor, y altura de miras a fin de poner el diálogo al servicio de un bien que está más allá de cada ciencia en particular: la vida y la dignidad de los seres humanos.

1. Una antropología que repensar

La pregunta básica que emerge en el campo de la ética pública es: ¿cuál tipo de justicia para cuál tipo de ser humano? Muchas señales parecen sugerir que la insuficiencia de algunas instituciones de justicia responde al hecho que no disponemos de una respuesta más o menos clara y adecuada para esta pregunta. Revisemos, entonces, con un poco más de cuidado este problema.

1.1. Un dato sorprendente

Martha Nussbaum ―autora de la TC junto a Amartya Sen― es una acérrima crítica de la antropología que subyace a los enfoques contractualistas1, y con justa razón se sorprende de que las teorías político sociales occidentales de los últimos siglos sean tan conformistas en su visión del ser humano considerando, entre otras cosas, que todos sus autores pertenecen a la tradición judeocristiana, que se ha caracterizado por proponer una espiritualidad exigente e idealista2. ¿Cómo interpretar esta interrogante? ¿Es posible que la ética individual cristiana posea un carácter exigente e idealista, mientras que la social sea más bien conformista y permisiva? No es un pensamiento del todo descabellado si consideramos, por ejemplo, que en el Concilio Vaticano II la no-violencia es considerada una opción ‘admirable’, un camino que algunas pocas personas excepcionales y dignas de elogio pueden seguir (Gaudium et spes 78), en tanto que la guerra parece mucho más ‘normal’ como punto de llegada en la búsqueda de solución para nuestros conflictos de orden internacional, comprendiendo esta ‘normalidad’ como indicadora de aquello que le es más propio al ser humano3. Es necesario asombrarnos de frente a ciertos datos, y vale la pena preguntarnos acerca de la influencia de las teorías contractualistas, concretamente de su antropología, en la doctrina moral católica, en el magisterio social, en la mentalidad de los hombres y mujeres de hoy.

Explicación:

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