Respuestas
Respuesta:
A menudo cuando el niño hace algo incorrecto nuestra primera opción es el grito o el enfado. Si en lugar de dejar que fluya la impulsividad y la ira nos paramos a respirar varias veces y buscamos opciones nos evitaremos en gran medida el disgusto.
Por ejemplo, si el niño ha roto algo y le gritamos por ello, no estamos aportando nada más que la descarga de nuestro enfado. Si en lugar de esto buscamos otras opciones el mensaje que trasladamos cambia mucho. “Vale, se ha roto y ya no vamos a poder hacer nada para que no haya ocurrido. Busquemos opciones: limpiemos juntos el estropicio e intentemos arreglarlo”.
2. HABLAR DE CÓMO NOS SENTIMOS
Que busquemos alternativas y que intentemos hacer del error una enseñanza no quiere decir que no podamos mostrar nuestras emociones. El enfado, la frustración y la tristeza son también emociones válidas que deben mostrarse y nunca ocultarse. La cuestión es la dimensión que ocupan esas emociones y la duración en el tiempo.
Así mismo, muchas veces la rebeldía y permanente frustración de los niños o adolescentes se deben a emociones que quedan “tapadas”, que se enquistan y que acaban produciendo un efecto rebote mucho mayor. Hablar de cómo nos sentimos, de nuestras necesidades y preocupaciones les muestra que todas las emociones tienen cabida pero también les da pie a que entiendan que pueden mostrarlas.