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El informe publicado en el número 85 de Ciencia Hoy con el título ‘Investigación química en la Argentina’ arriba a conclusiones muy pobres. Decir que hay que apoyar la investigación y a los investigadores jóvenes, y dar una lista miscelánea de temas y áreas de frontera, realmente, no aportan demasiado a la mejor comprensión de nuestras fortalezas y debilidades. Por ese motivo me pareció oportuno hacer conocer algunas reflexiones que expresen mi propia evaluación de la disciplina en la Argentina y de la forma de encarar su programación futura. Sin duda habrá opiniones divergentes. Ciencia Hoy constituiría un excelente foro para discutirlas.
Los aspectos más salientes de una química moderna son, a mi juicio:
La desaparición de las fronteras entre las subdisciplinas (fisicoquímica, química inorgánica, química orgánica, química analítica y aun química biológica). No es sorprendente que la fisicoquímica provea un marco de referencia para todas las otras, pero también es cierto que las dicotomías química inorgánica / química orgánica, y química aséptica / química biológica se esfuman en muchos de los temas de más alta relevancia en estos momentos.
La fronteras con la física, la biología y la geología son cada vez menos precisas.
Para la química, el concepto de molécula fue la piedra fundamental sobre la cual se construyó su cuerpo de doctrina, comenzando con Dalton y Avogadro, hasta el advenimiento de técnicas que permiten ver esas entidades. Las fronteras actuales apuntan a sistemas más complejos: sistemas organizados, supramoleculares, nano- y meso-estructurados. Creo que no cabe duda de que este escalón más allá del concepto de molécula es lo que caracteriza los progresos más notables en química, especialmente en sus aplicaciones a las ciencias de los materiales y a las ciencias de la naturaleza. El progreso en estas áreas implica el desarrollo de nuevas metodologías experimentales y de conceptos emergentes.
La química más tradicional ha sido también la química del equilibrio, la química de Le Chatelier. En la actualidad, el estudio de sistemas dinámicos no lineales sigue constituyendo un área poco perfeccionada, aunque esos sistemas representan prácticamente a todos los fenómenos químicos cotidianos. La química del medioambiente, como caso de aplicación a las ciencias de la naturaleza, provee un ejemplo claro en el que los fenómenos no lineales definen el comportamiento de los sistemas.