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Para Hegel la Metafísica es una ciencia y, de hecho, el núcleo de su filosofía sería inexplicable desde otro lugar que la metafísica.
Pero, hay que precisar y distinguir tres grandes planos de la reflexión metafísica de Hegel. En primer lugar, está el plano en el que se describe la totalidad de lo real tal como aparece "en y por el hombre". Este es el plano fenomenológico de la metafísica hegeliana. La Fenomenología es la "Ciencia de las apariciones del espíritu", es decir, de la totalidad del ser real que se revela a sí mismo (por el discurso del hombre que el Ser implica) y que, en tanto que ser real, envuelve como uno de sus momentos básicos al hombre mismo y su praxis.
En segundo lugar, a Hegel le parece que no basta con la mera descripción fenomenológica de las “apariciones del espíritu” para dar cuenta científica y concretamente de la esencia de lo real. El filósofo -dice Hegel- debe preguntarse por cuál deba ser la "Realidad-Objetiva" que haga posible la aparición de ella misma en tanto que “fenómeno”: «el Filósofo todavía se pregunta cuál debe ser la realidad objetiva (...), es decir el mundo real [natural y humano], para poder ‘aparecer’ de la misma manera como ‘parece’ efectivamente en tanto que fenómeno». La respuesta está en lo que Hegel llama Filosofía de la Naturaleza y Filosofía del Espíritu.
En tercer lugar, según Hegel, el nivel de reflexión filosófica anterior es todavía insuficiente para dar cuenta cabal de la esencia de la realidad. Esto induce al filósofo, cree Hegel, hacia un nivel de reflexión en el que la pregunta sea por la índole del propio ser (la famosa pregunta «¿qué es el ser»), es decir, a un nivel de reflexión de carácter ontológico.
Recapitulando; agotado el plano de la descripción metafísica, el filósofo se eleva al plano ontológico, para responder al interrogante fenomenológica. Y esa descripción de la estructura del Ser en tanto Ser que efectúa desde una base ontológica -según Hegel llama- se llama Logica y es la que permite que ese ser que se realiza y existe como mundo natural y humano, pueda, asimismo, cobrar consciencia de sí mismo como espíritu.
Por tanto, en la reflexión metafísica hegeliana se encuentran presentes distintos niveles de reflexión sobre el ser, los cuales, fundándose uno sobre otro, dan cuenta de la estructura fenomenológica, metafísica y ontológica del Ser (lo real) como Espíritu Absoluto.
Descartes también asume que la Metafísica es una ciencia (más que las matemáticas, casi, porque Dios es el mejor "garante" de la claridad y distinción de las ideas y final del cógito), el problema está planteado en términos un poco más simples: durante toda la Edad Media se planteó como imprescindible establecer una relación exacta entre la filosofía y la revelación, o dicho en otros términos, entre la fe y la razón. Para la mayoría de los autores, la filosofía debía subordinarse a la teología (metafísica especial), siendo concebida como su "explicación", a excepción -tal vez- de Tomás de Aquino, según el cual se debían armonizar las "verdades" de estos dos ámbitos.
Descartes hace su "propuesta" en ese contexto, cuando la Teología estaba asistiendo al "quiebre" de sus fundamentos a partir de las "revoluciones" cienttíficas (el geocentrísmo y la nueva física), y la hace casi en su "defensa".
La diferenciación entre la esencia y la existencia como pilar fundamental para explicar la creación del mundo "ex nihilo", de la nada, surge de la "interpretación" tomista de la metafísica aristotélica: una filosofía primera (proton philosophia) o sabiduría, entendida como teología, y una Filosofía segunda (deutera philosophia), a las ciencias particulares.
La diferenciación entre la esencia y la existencia que establece Tomás de Aquino sirve de base a la Metafísica Cartesiana; el esquema categorial aristotélico queda reducido a tres: substancia (lo que no necesita de otra cosa más que de sí misma para existir), atributos (características esenciales y definitorias) y modos (modificaciones y cualificaciones) de la substancia, que para Descartes son tres (res infinita, res cogitans y res extensa).
Pero, hay que precisar y distinguir tres grandes planos de la reflexión metafísica de Hegel. En primer lugar, está el plano en el que se describe la totalidad de lo real tal como aparece "en y por el hombre". Este es el plano fenomenológico de la metafísica hegeliana. La Fenomenología es la "Ciencia de las apariciones del espíritu", es decir, de la totalidad del ser real que se revela a sí mismo (por el discurso del hombre que el Ser implica) y que, en tanto que ser real, envuelve como uno de sus momentos básicos al hombre mismo y su praxis.
En segundo lugar, a Hegel le parece que no basta con la mera descripción fenomenológica de las “apariciones del espíritu” para dar cuenta científica y concretamente de la esencia de lo real. El filósofo -dice Hegel- debe preguntarse por cuál deba ser la "Realidad-Objetiva" que haga posible la aparición de ella misma en tanto que “fenómeno”: «el Filósofo todavía se pregunta cuál debe ser la realidad objetiva (...), es decir el mundo real [natural y humano], para poder ‘aparecer’ de la misma manera como ‘parece’ efectivamente en tanto que fenómeno». La respuesta está en lo que Hegel llama Filosofía de la Naturaleza y Filosofía del Espíritu.
En tercer lugar, según Hegel, el nivel de reflexión filosófica anterior es todavía insuficiente para dar cuenta cabal de la esencia de la realidad. Esto induce al filósofo, cree Hegel, hacia un nivel de reflexión en el que la pregunta sea por la índole del propio ser (la famosa pregunta «¿qué es el ser»), es decir, a un nivel de reflexión de carácter ontológico.
Recapitulando; agotado el plano de la descripción metafísica, el filósofo se eleva al plano ontológico, para responder al interrogante fenomenológica. Y esa descripción de la estructura del Ser en tanto Ser que efectúa desde una base ontológica -según Hegel llama- se llama Logica y es la que permite que ese ser que se realiza y existe como mundo natural y humano, pueda, asimismo, cobrar consciencia de sí mismo como espíritu.
Por tanto, en la reflexión metafísica hegeliana se encuentran presentes distintos niveles de reflexión sobre el ser, los cuales, fundándose uno sobre otro, dan cuenta de la estructura fenomenológica, metafísica y ontológica del Ser (lo real) como Espíritu Absoluto.
Descartes también asume que la Metafísica es una ciencia (más que las matemáticas, casi, porque Dios es el mejor "garante" de la claridad y distinción de las ideas y final del cógito), el problema está planteado en términos un poco más simples: durante toda la Edad Media se planteó como imprescindible establecer una relación exacta entre la filosofía y la revelación, o dicho en otros términos, entre la fe y la razón. Para la mayoría de los autores, la filosofía debía subordinarse a la teología (metafísica especial), siendo concebida como su "explicación", a excepción -tal vez- de Tomás de Aquino, según el cual se debían armonizar las "verdades" de estos dos ámbitos.
Descartes hace su "propuesta" en ese contexto, cuando la Teología estaba asistiendo al "quiebre" de sus fundamentos a partir de las "revoluciones" cienttíficas (el geocentrísmo y la nueva física), y la hace casi en su "defensa".
La diferenciación entre la esencia y la existencia como pilar fundamental para explicar la creación del mundo "ex nihilo", de la nada, surge de la "interpretación" tomista de la metafísica aristotélica: una filosofía primera (proton philosophia) o sabiduría, entendida como teología, y una Filosofía segunda (deutera philosophia), a las ciencias particulares.
La diferenciación entre la esencia y la existencia que establece Tomás de Aquino sirve de base a la Metafísica Cartesiana; el esquema categorial aristotélico queda reducido a tres: substancia (lo que no necesita de otra cosa más que de sí misma para existir), atributos (características esenciales y definitorias) y modos (modificaciones y cualificaciones) de la substancia, que para Descartes son tres (res infinita, res cogitans y res extensa).
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