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Respuesta:
A. La seguridad desde los clásicos y su influencia en la Doctrina
de Seguridad Nacional
A pesar que en la actualidad los expertos hacen una clara distinción entre la
seguridad y la defensa, concebida la primera como las políticas encaminadas a la
protección de la población ante las amenazas internas como la delincuencia, y la
segunda como la minimización de las amenazas externas (principalmente
territoriales y militares) a un país, históricamente ha existido una yuxtaposición de
ambos enfoques. Basta con pensar en el uso de militares para el mantenimiento
del orden interno de los países como uno de los ejemplos más comunes e inocuos
(comparado con otros más serios) de lo expuesto anteriormente.
Lo confusión anterior se da porque ha existido una estrecha relación entre las
políticas de seguridad implementadas por los Estados a lo largo de la historia y
las guerras que han librado. Dicha relación incluso ha obligado a muchos
analistas a equiparar la historia de la seguridad con la historia de la guerra. Este
enfoque ignora en gran medida la forma en la que se construyen socialmente los
imaginarios de seguridad, y no considera la manera diferenciada (contingente) en
la que se atribuyen riesgos y se implementan acciones para prevenirlos.
A pesar de este importante sesgo, se considera necesario el estudio de la historia
de la guerra, precisamente por la forma en la que el belicismo ayudó a configurar
una de las doctrinas de seguridad más importantes en occidente, la llamada
Doctrina de Seguridad Nacional (DSN). Es en contraposición a esta doctrina
hegemónica que se evalúan todas las alternativas posibles. A casi tres lustros de
la caída del muro de Berlín y la consecuente reconsideración de las agendas de
seguridad a nivel mundial, la DSN continúa permeando en gran medida las mentes
de civiles y militares encargados de la definición de políticas públicas de
seguridad.
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