• Leé con atención el siguiente texto:
Esta especie de caracol oriunda del este de África fue declarada dañina y perjudicial para la conservación de la biodiversidad, las actividades productivas y la salud humana por ser invasora y hospedadora de ciertos tipos de gusanos, potenciales causantes de enfermedades zoonóticas.
A diferencia del caracol nativo conocido con el nombre de “caracol blanco”, el africano puede medir hasta 20 centímetros y tiene el borde de su caparazón partido, de forma helicoidal y de color violeta oscuro sobre un fondo pardo claro. Tiene entre cinco y siete vueltas.
Este caracol se introdujo en América, Asia, Oceanía y Europa a causa de la acción del hombre, quien facilitó su rápida dispersión, principalmente para su cría como alimento. La propagación también se debió: al traslado involuntario adherido a camiones usados en cosechas, a su uso como carnada, al comercio de plantas en macetas, donde se alojan los huevos, entre otros.
En la Argentina, fue registrado por primera vez en 2010 en Puerto Iguazú, Misiones, y años más tarde en la ciudad de Corrientes. El pasado 22 de diciembre de 2020 personal de Senasa acudió al municipio de Eldorado luego de recibir denuncias sobre ejemplares de este tipo. Allí se llevaron a cabo actividades de erradicación, monitoreo e información a la comunidad.
El caracol gigante africano se considera muy nocivo para el medioambiente porque debido a su velocidad de reproducción y a su falta de predadores naturales puede constituirse en una plaga en muy poco tiempo que puede llegar a producir graves daños en ecosistemas y cultivos. Además del impacto que puede ocasionar sobre la agricultura y la fauna de caracoles de la zona, también puede transmitir parásitos perjudiciales para la salud humana y la de otros animales.
Dichos parásitos están presentes en la baba del caracol y pueden contaminar frutas y verduras.
Por eso se recomienda no tocarlos y manipularlos con precaución. Evitar el contacto con la baba del caracol. Lavar con agua potable las verduras. No utilizarlos como carnada, mascota o adorno. No utilizar venenos contra el caracol, ya que pueden afectar a niños, mascotas o fauna nativa. No permitir que los niños participen de la captura de los caracoles.
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