Respuestas
Respuesta:
Había una vez un hombre muy rico que habitaba un gran
castillo cerca de una aldea. Quería mucho a sus vecinos
pobres y siempre estaba ideando medios de protegerlos,
ayudarlos y mejorar su condición. Plantaba árboles, hacía
obras de gran importancia, organizaba y pagaba fiestas
populares, y junto al árbol de navidad que preparaba
para sus hijos hacia colocar otros con regalos para los
niños de la vecindad.
Pero aquella pobre gente no amaba el trabajo, y esto les
hacía esclavos de la miseria.
Un día el dueño del castillo se levantó muy temprano,
colocó una gran piedra en el camino de la aldea y se
escondió cerca de allí para ver lo que ocurría cuando
pasara la gente.
Poco después pasó un hombre con su vaca. Gruñó al ver
la piedra, pero no la tocó. Prefirió dar un rodeo, y continuó
enseguida su camino. Pasó otro hombre tras el primero, e
hizo lo mismo. Después siguieron otros. Todos mostraban
disgusto al ver el obstáculo y algunos protestaban con él;
pero ninguno lo removió.
Por fin, ya cerca del anochecer, pasó por allí un muchacho,
hijo del molinero. Era trabajador
Explicación paso a paso: