Respuestas
“Muestra a mis ojos espantosa muerte,
mis miembros todos en cadena pon;
¡bárbaro¡ nunca matarás el alma
ni pondrás grillos a mi mente, no.
¡Sí, Rosas, te maldigo! Jamás dentro mis venas
la hiel de la venganza mis horas agitó;
como hombre te perdono mi cárcel y cadenas;
pero como argentino, las de mi patria, no.
Llegas sin por qué, así no más,
como suelen ocurrir los accidentes.
Llegas y te instalas en mi plexo
una hierba silvestre, un frágil de amarillo,
un surtidor de augurios en vacaciones muertas.
Tu llegada es señal de victorias y derrotas,
indeciso acontecer de inequívocos fracasos.
Vienes de mares desbordados y monstruos de neblina.
Vienes del centro de la noche y sus caminos ciegos.
De la nada vienes, la ruta más precisa del hastío al furor.
De todas partes vienes, porque sí, por un tal vez,
por lo inesperado del destino y sus conciertos.
Llegas sin por qué ni para qué, así no más,
como suelen llegar los accidentes.
De inadvertida te disfrazas, con harapos de ti misma.
Llegas sin venir, como las premoniciones.
Llegas y no estás y no te has ido y nunca más por siempre y para qué.