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1. El renovado interés que suscita el estudio del
imperialismo está modificando el debate sobre
la globalización, hasta ahora exclusivamente
centrado en la crítica al neoliberalismo y el
análisis de los rasgos novedosos de la
mundialización. Una noción desarrollada por
los teóricos marxistas de principios del siglo
XX -que alcanzó gran difusión durante los 70-
despierta nuevamente la atención de los
investigadores, ante el agravamiento de la crisis
social del Tercer Mundo, la multiplicación de
conflictos bélicos y la competencia descarnada
entre corporaciones.
2. El imperialismo es una noción que
conceptualiza dos tipos de problemas.. Por un
lado, las relaciones de dominación vigentes
entre los capitalistas del centro y los pueblos
periféricos y por otra parte, las vinculaciones
prevalecientes entre las grandes potencias en
cada etapa del capitalismo. ¿Qué actualidad
presenta esta teoría? ¿En qué medida
contribuye a esclarecer la realidad
contemporánea?
I. UNA EXPLICACIÓN DE LA
POLARIZACIÓN MUNDIAL.
3. La polarización mundial de los ingresos
confirma la importancia de esta concepción en
su primer sentido. Cuándo la fortuna de 3
multimillonarios sobrepasa el PBI de 48
naciones y cada cuatro segundos un individuo
de la periferia muere de hambre, resulta difícil
ocultar que el ensanchamiento de la brecha
entre los países avanzados y subdesarrollados
obedece a relaciones de opresión. Ya es
indiscutible que esta asimetría no es un
acontecimiento “pasajero”, ni será corregida
por el “derrame” de los beneficios de la
globalización. Los países periféricos no son
sólo “perdedores” de la mundialización, sino
que soportan una intensificación de las
transferencias de recursos que históricamente
frustraron su crecimiento.
4. Este drenaje ha provocado la duplicación de
la miseria extrema en las 49 naciones más
empobrecidas y mayores deformaciones en la
acumulación fragmentaria de los países
dependientes semiindustrializados. En este
segundo caso, la prosperidad de los sectores
insertos en la división internacional del trabajo
se consuma en desmedro de las actividades
económicas destinadas a los mercados internos.
5. El análisis del imperialismo no ofrece una
interpretación conspirativa del subdesarrollo, ni
exculpa a los gobiernos locales de esta
situación. Simplemente aporta una explicación
de porqué la acumulación se polariza a escala
mundial, reduciendo las posibilidades de
nivelación entre economías disímiles. El
margen de crecimiento acelerado que permitió
en el siglo XIX a Alemania o Japón alcanzar el
status de potencia que ya detentaban Francia o
Gran Bretaña, no se encuentra hoy al alcance de
Brasil, la India o Corea. El mapa mundial ha
quedado moldeado por una ”arquitectura
estable” del centro y una “geografía variable”
del subdesarrollo, dónde sólo caben
modificaciones del status periférico de cada
país dependienteii
.
6. La teoría del imperialismo atribuye estas
asimetrías a la transferencia sistemática del
valor creado en la periferia hacia los capitalistas
del centro. Estas traslaciones se concretan a
través del deterioro de los términos de
intercambio comercial, la succión de recursos
financieros y la remisión de utilidades
industriales. El correlato político de este drenaje
es la pérdida de autonomía política de las clases
dominantes periféricas y la intervención militar
creciente del gendarme norteamericano. Estos
tres rasgos del imperialismo contemporáneo se
observan con nitidez en la realidad
latinoamericana.
EL IMPERIALISMO DEL SIGLO XXI. 3
II. LAS CONTRADICCIONES DE LAS
ECONOMÍAS PERIFÉRICAS.
7. Desde la mitad de los 90 América Latina ha
padecido las consecuencias del colapso de los
“mercados emergentes”. La mayor parte de las
naciones afectadas sufrieron agudas crisis,
precedidas por la fuga de capitales y seguidas
por devaluaciones que potenciaron la inflación
y contrajeron el poder adquisitivo. Estos
desplomes provocaron quiebras bancarias, cuyo
socorro estatal agravó el agobio de la deuda
pública, obstaculizó la aplicación de políticas
reactivantes y acentuó la pérdida de soberanía
monetaria y fiscal.
8. Estas crisis obedecen a la dominación
imperialista y no exclusivamente a la
instrumentación de políticas neoliberales, que
también han prevalecido en los países centrales.
Los desmoronamientos que soporta la periferia
latinoamericana son muy superiores a los
desequilibrios predominantes en Estados
Unidos, Europa o Japón, porque están
caracterizados por el derrumbe periódico de los
precios de las materias primas exportadas, la
periódica cesación de pagos de la deuda y la
desarticulación de la industria local.
Explicación: