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Respuesta:
Las enfermedades no transmisibles (ENT) son la principal causa de mortalidad en todo el mundo, pues
se cobran más vidas que todas las otras causas combinadas. Contrariamente a la opinión popular, los
datos disponibles demuestran que casi el 80% de las muertes por ENT se dan en los países de ingresos
bajos y medios. A pesar de su rápido crecimiento y su distribución no equitativa, la mayor parte del
impacto humano y social que causan cada año las defunciones relacionadas con las ENT podrían
evitarse mediante intervenciones bien conocidas, costoeficaces y viables.
De los 57 millones de defunciones que se produjeron en todo el mundo en 2008, 36 millones -casi
las dos terceras partes- se debieron a ENT, principalmente enfermedades cardiovasculares, cáncer,
diabetes y enfermedades pulmonares crónicas. El mayor ritmo de aumento de la carga combinada
de estas enfermedades corresponde a los países, poblaciones y comunidades de ingresos bajos, en los
que imponen enormes costos evitables en términos humanos, sociales y económicos. Alrededor de una
cuarta parte de la mortalidad mundial relacionada con las ENT afecta a personas menores de 60 años.
Las ENT se deben en gran medida a cuatro factores de riesgo comportamentales que se han afianzado
de forma generalizada como parte de la transición económica, los rápidos procesos de urbanización
y los modos de vida del siglo XXI: el consumo de tabaco, las dietas malsanas, la inactividad física y
el uso nocivo del alcohol. Los principales efectos de estos factores de riesgo recaen cada vez más en
los países de ingresos bajos y medios y en las personas más pobres en todos los países, como reflejo
de los determinantes socioeconómicos subyacentes. En esas poblaciones es fácil que se produzca un
círculo vicioso: la pobreza expone a la gente a factores de riesgo comportamentales de las ENT y,
a su vez, las ENT resultantes tienden a agravar la espiral que aboca a las familias a la pobreza. Por
consiguiente, a menos que se combata enérgicamente la epidemia de ENT en los países y comunidades
más gravemente afectados, el impacto de esas enfermedades seguirá acentuándose y veremos alejarse
el objetivo mundial de reducción de la pobreza.
Gran parte de la reducción de la carga de ENT será el resultado de intervenciones poblacionales, que
son costoeficaces y pueden incluso generar ingresos, como ocurre por ejemplo cuando se aumentan los
impuestos sobre el tabaco y el alcohol. No obstante, hay intervenciones eficaces, como las medidas de
control del tabaco y la reducción del consumo de sal, que no se aplican a gran escala debido a la falta de
compromiso político, a una participación insuficiente de los sectores no sanitarios, a la falta de recursos,
a los intereses creados de algunas partes decisivas, y a la limitada colaboración de algunos interesados
importantes. Por ejemplo, menos del 10% de la población mundial está plenamente protegida por
alguna de las medidas de reducción de la demanda de tabaco previstas en el Convenio Marco de la
OMS para el Control del Tabaco.
Una mejor atención sanitaria, la detección temprana y el tratamiento oportuno son una alternativa
eficaz para reducir los efectos de las ENT. Sin embargo, en muchos lugares no se proporciona una
atención adecuada a las personas con ENT, y el acceso a tecnologías y medicamentos esenciales
es limitado, sobre todo en países y poblaciones de ingresos bajos y medios. Muchas intervenciones
sanitarias relacionadas con las ENT se consideran costoeficaces, especialmente en comparación con
los costosos procedimientos que suelen requerirse cuando la detección y el tratamiento se han retrasado
y el paciente llega a fases avanzadas de la enfermedad. Es preciso seguir fortaleciendo los sistemas
de salud para ofrecer un conjunto eficaz, realista y asequible de intervenciones y servicios para las
personas afectadas por ENT.
1 Este informe se centra principalmente en los cuatro grupos de enfermedades contemplados en la Estrategia Mundial para
la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles, a saber, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la
diabetes y las enfermedades pulmonares crónicas, que son responsables de la mayoría de las defunciones por ENT y que se
deben en gran medida a cuatro factores de riesgo comportamentales comunes a todas ellas. Pero además de esas dolencias
las ENT abarcan también, por ejemplo, enfermedades gastrointestinales, enfermedades renales, trastornos neurológicos y
problemas de salud mental, y esas dolencias suponen una parte sustancial de la carga mundial de morbilidad. Aunque no
han recibido atención prioritaria en este informe, muchos de los enfoques y oportunidades aquí descritos para combatir las
ENT son también de especial interés para esas otras enfermedades.
Explicación: