Marchas y protestas: ¿qué tan grave es el diagnóstico?

La economía se ha resentido con las protestas. Pero lo que está en juego podría incidir
sobre el futuro económico de Colombia.
El movimiento social ha sorprendido a todos y al Gobierno más. Evidentemente, en la
Casa de Nariño muchos se preguntan por lo que está pasando y por las causas reales de
la enorme insatisfacción que ciudadanos de todas las clases ponen en evidencia al salir a
marchar.
No se puede poner en tela de juicio la legitimidad de la mayoría de los reclamos y la sin
salida a la que están llevando los manifestantes a la administración Duque. Porque no
está en juego solo la coyuntura económica y, en especial, la actividad productiva en una
de las más movidas épocas del año (las celebraciones de diciembre). También –por lo
menos así lo han planteado los representantes de las movilizaciones– la estructura misma
de la sociedad en general y, en particular, de la economía y el gasto público.
El comercio ha sufrido, pues los dueños de los establecimientos han tenido que mantener
cerrados sus negocios mientras pasan los marchantes. También otros sectores han
enfrentado dificultades, pues sus empleados no han podido llegar con la regularidad
tradicional a su trabajo.
El presupuesto de ciencia e investigación también motiva las protestas.
Según muchos analistas, todo esto podría afectar el crecimiento en al menos 2 puntos
básicos. Además de permanecer el escenario de incertidumbre, el crecimiento el próximo
año se podría resentir.
Líos estructurales
Las disímiles demandas se manifiestan en muchos asuntos: la implementación
del proceso de paz, el asesinato de líderes sociales, los falsos positivos y un largo
etcétera tan diverso como los manifestantes mismos.
Las demandas incluyen peticiones económicas como no avanzar en reformas clave como
la pensional, la laboral y la tributaria. Los marchantes se quejan de la baja inversión en
educación, ciencia y tecnología, así como por el elevado presupuesto para Defensa. Ni
qué decir de la posición sobre el fracking en Colombia, que ha exacerbado a los sectores
ambientalistas. Hay agenda indígena, feminista, educativa, tributaria, ambiental y de
defensa, entre muchas otras.
El variopinto portafolio de peticiones da la impresión de que el país se encuentra al borde
de una situación de referendo permanente o, peor aún, a las puertas de una
constituyente. Hay que superar esa sensación y empezar a presentar reformas.

Los cambios
De otra parte, los líderes de la protesta deben entender que, aunque sus puntos de vista
son válidos, la protesta social solo es un mecanismo extraordinario de presión. Para lograr
reivindicaciones hay que utilizar los mecanismos tradicionales: el Congreso y las
entidades de ejecución del gasto. Cualquier otra idea sobre cómo se adelantan esos
cambios puede resultar un remedio letal, porque afecta la base institucional del país.
Resulta tranquilizante que la propuesta de una Constituyente, como la que planteó el
alcalde electo de Medellín Daniel Quintero, haya recibido un rechazo generalizado.
Sin embargo, el Gobierno también debe entender que el palo no está para cucharas y que
debe ceder en temas sensibles. Por ejemplo, debe abrir campo para discutir a fondo
sobre cómo mejorar en educación y garantizar unos mayores niveles de inversión en
ciencia y tecnología. Y ponerse junto con el Legislativo a implementar salidas para esas
demandas.
Las protestas se han vuelto un fenómeno global: en Francia y Chile, los ciudadanos
también expresan su descontento.
Incluir el mecanismo de devolución del IVA en la reforma tributaria para las clases de
menores ingresos también da una señal positiva. Eso va a representar un verdadero alivio
y mejorará las condiciones de equidad del sistema tributario colombiano.
Muchas de las demandas de los protestantes son legítimas, pero también es claro que la
mayoría cuestan mucho dinero. Para lograr reformas claves habrá que pisar callos y
eliminar privilegios. Muchos se preguntan si las partes están dispuestas a ceder en
ello. Por ejemplo, ¿serán eliminadas realmente las exenciones en renta que socavan la
base de tributación de muchos sectores? Al haber garantizado la devolución del IVA a los
más pobres, ¿va el país a generalizar este impuesto a todos los productos y servicios
para eliminar su alta evasión? ¿Es posible por fin considerar un gravamen a las pensiones
altas?
Todas esas preguntas deben tener respuestas claras. Todas las demandas cuestan y ese
costo hay que financiarlo. Si el país se equivoca al tratar de resolver esta situación, podría
avanzar por el camino del desastre económico y social.



ACTIVIDAD:
Realiza la lectura y escribe cinco aspectos positivos y cinco negativos, que encontraste en
la lectura sobre las marchas y protestas en Colombia.

porfavor es para hoy plis

Respuestas

Respuesta dada por: cancerbero0711
2

Respuesta:

toco toco toco

Explicación:


estefaniabautistarey: Si no sabes mejor no opines
loveragisselle: uuuuuuuuuuu
Respuesta dada por: mrsaveigv
1

Respuesta:

La economía se ha resentido con las protestas. Pero lo que está en juego podría incidir

sobre el futuro económico de Colombia.

El movimiento social ha sorprendido a todos y al Gobierno más. Evidentemente, en la

Casa de Nariño muchos se preguntan por lo que está pasando y por las causas reales de

la enorme insatisfacción que ciudadanos de todas las clases ponen en evidencia al salir a

marchar.

No se puede poner en tela de juicio la legitimidad de la mayoría de los reclamos y la sin

salida a la que están llevando los manifestantes a la administración Duque. Porque no

está en juego solo la coyuntura económica y, en especial, la actividad productiva en una

de las más movidas épocas del año (las celebraciones de diciembre). También –por lo

menos así lo han planteado los representantes de las movilizaciones– la estructura misma

de la sociedad en general y, en particular, de la economía y el gasto público.

El comercio ha sufrido, pues los dueños de los establecimientos han tenido que mantener

cerrados sus negocios mientras pasan los marchantes. También otros sectores han

enfrentado dificultades, pues sus empleados no han podido llegar con la regularidad

tradicional a su trabajo.

El presupuesto de ciencia e investigación también motiva las protestas.

Según muchos analistas, todo esto podría afectar el crecimiento en al menos 2 puntos

básicos. Además de permanecer el escenario de incertidumbre, el crecimiento el próximo

año se podría resentir.

Líos estructurales

Las disímiles demandas se manifiestan en muchos asuntos: la implementación

del proceso de paz, el asesinato de líderes sociales, los falsos positivos y un largo

etcétera tan diverso como los manifestantes mismos.

Las demandas incluyen peticiones económicas como no avanzar en reformas clave como

la pensional, la laboral y la tributaria. Los marchantes se quejan de la baja inversión en

educación, ciencia y tecnología, así como por el elevado presupuesto para Defensa. Ni

qué decir de la posición sobre el fracking en Colombia, que ha exacerbado a los sectores

ambientalistas. Hay agenda indígena, feminista, educativa, tributaria, ambiental y de

defensa, entre muchas otras.

El variopinto portafolio de peticiones da la impresión de que el país se encuentra al borde

de una situación de referendo permanente o, peor aún, a las puertas de una

constituyente. Hay que superar esa sensación y empezar a presentar reformas.

Los cambios

De otra parte, los líderes de la protesta deben entender que, aunque sus puntos de vista

son válidos, la protesta social solo es un mecanismo extraordinario de presión. Para lograr

reivindicaciones hay que utilizar los mecanismos tradicionales: el Congreso y las

entidades de ejecución del gasto. Cualquier otra idea sobre cómo se adelantan esos

cambios puede resultar un remedio letal, porque afecta la base institucional del país.

Resulta tranquilizante que la propuesta de una Constituyente, como la que planteó el

alcalde electo de Medellín Daniel Quintero, haya recibido un rechazo generalizado.

Sin embargo, el Gobierno también debe entender que el palo no está para cucharas y que

debe ceder en temas sensibles. Por ejemplo, debe abrir campo para discutir a fondo

sobre cómo mejorar en educación y garantizar unos mayores niveles de inversión en

ciencia y tecnología. Y ponerse junto con el Legislativo a implementar salidas para esas

demandas.

Las protestas se han vuelto un fenómeno global: en Francia y Chile, los ciudadanos

también expresan su descontento.

Incluir el mecanismo de devolución del IVA en la reforma tributaria para las clases de

menores ingresos también da una señal positiva. Eso va a representar un verdadero alivio

y mejorará las condiciones de equidad del sistema tributario colombiano.

Muchas de las demandas de los protestantes son legítimas, pero también es claro que la

mayoría cuestan mucho dinero. Para lograr reformas claves habrá que pisar callos y

eliminar privilegios. Muchos se preguntan si las partes están dispuestas a ceder en

ello. Por ejemplo, ¿serán eliminadas realmente las exenciones en renta que socavan la

base de tributación de muchos sectores? Al haber garantizado la devolución del IVA a los

más pobres, ¿va el país a generalizar este impuesto a todos los productos y servicios

para eliminar su alta evasión? ¿Es posible por fin considerar un gravamen a las pensiones

altas?

Todas esas preguntas deben tener respuestas claras. Todas las demandas cuestan y ese

costo hay que financiarlo. Si el país se equivoca al tratar de resolver esta situación, podría

avanzar por el camino del desastre económico y social.

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