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Cuando decimos sentir amor, podemos expresarlo y sentirlo de formas diferentes, se trate de nuestros hijos o de nuestra pareja.
imagen¿Pero puede haber factores en común que puedan unirlos a los dos?
Las diferentes expresiones del amor tienen su origen en la fisiología cerebral, investigadores dediferentes disciplinas científicas están comenzando a buscar y dar respuestas sobre el mismo, y el lugar en que todos coinciden es mejor empezar a estudiar, es por el amor maternal, ya que este se caracteriza por ser el más profundo y sacrificado.
La razón por la cuál el amor maternal es tan fuerte, que hace que los hijos sean tan especiales para las madres, se debe a que los hijos aumentan el nivel de un neurotransmisor llamado oxitocina. Los altos niveles de estrógeno (hormona femenina) al final del embarazo, aumentaban el número de receptores de oxitocina en áreas especiales del cerebro y además, el trabajo de parto incrementaba su liberación.
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Entonces, cuando este neurotransmisor llega a los receptores, desencadena en la madre un estado de placer y adicción hacia su hijo y sobre todo hacia su olor particular. La adicción se produce porque se activa también el circuito de recompensa cerebral, el mismo que es estimulado por drogas como la cocaína o la heroína.
El Dr. Michel Odent, ferviente defensor del parto natural, declara que la oxitocina provoca conductas sedativas, disminuyendo la irritabilidad y el estrés. Sostiene que tiene los mismos efectos que un calmante y es un factor necesario para desarrollar la capacidad de amor y altruismo.
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Para el neuroendocrinólogo, John A. Russel, de la Universidad de Edimburgo, los niveles altos de la hormona se mantienen mientras se amamanta al bebé, dando lugar a un despliegue de pautas de comportamiento que son esenciales para una maternidad exitosa.
Posiblemente, esta hormona también contribuya a la actitud temeraria de muchas hembras. Inga D. Neumann, de la Universidad de Regensburg (Alemania), ha analizado a fondo este fenómeno en ratas. Según afirma, volverse agresivo es una cosa, pero para ser capaz de atacar a un animal más grande que uno es necesario, además, rebajar al mínimo posible la ansiedad. La calidad de la defensa de las crías por parte de las ratas, es proporcional a los niveles de liberación de oxitocina.
Pero cuando hablamos del amor de pareja, podemos decir que en los mamíferos, el estar juntos y separarse es una regla habitual, ya que solo el 5 % de las especies son monógamas. Sin embargo, esto no sucede exactamente en las parejas humanas. Parece ser que la evolución realizó ciertos trucos neurales y utilizó los mismos recursos que usó para mantener unidos a madres e hijos, reciclándolos para lograr el mismo efecto con los progenitores.
Según el experto en el cerebro de la Universidad de Edimburgo, Gareth Leng, la hormona oxitocina cumple también un papel muy importante en este tipo de amor. Actúa aumentando la confianza entre las personas y ayuda a forjar lazos permanentes entre los amantes, tras la primera oleada de emoción.
El papel crucial y su vinculación sexual, fue observado por científicos estadounidenses, quienes estudiaban las costumbres de los ratones de pradera. Según explica Leng, estos ratones forman pareja toda la vida y el fuerte lazo que los une, se establece durante las primeras 48 horas en que están juntos por primera vez y tienen una intensa actividad sexual. Durante este tiempo, sus cerebros, liberan importantes cantidades de oxitocina, pero cuando los científicos bloqueaban los receptores, el vínculo no se establecía.
El equipo de Andreas Meyer-Lindenberg, del Instituto Nacional de Salud Mental, de los Estados Unidos, estudió lo que pasaba en los cerebros de los voluntarios que aspiraban oxitocina y encontraron que la hormona reducía la actividad de una parte del cerebro donde se detecta el temor. Esta acción parece ayudar a sobreponerse al "temor social", facilitando el unirse a una persona, un factor fundamental a la hora de desarrollar una relación amorosa de cualquier índole.
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Cuando una persona ve al ser amado, al igual que sucede con la relación madre-hijo, aumenta la actividad del sistema de recompensa, generando una gran energía y por lo tanto una gran motivación por acercarse y mantenerse junto a ella.
Pero no todo es igual entre ambos tipos de amor, pues en el romántico se activa, además, el área preóptica del hipotálamo, lugar en donde se produce la testosterona, hormona necesaria en ambos sexos, para desarrollar la conducta sexual.
Si bien aún falta mucho por descubrir, durante los próximos años, sin lugar a dudas, lograremos comprender mucho más sobre las raíces biológicas del amor.
Muchos de los misterios no resueltos irán viendo la luz, pero a no preocuparse, ya que por ello no dejaremos de sentir la magia que produce en nuestros cerebros, el amor.