Respuestas
Respuesta dada por:
17
Es posible que a la larga la recesión mundial actual beneficie al planeta, dado que un menor crecimiento económico implica una menor presión sobre el medio ambiente y es necesario reducir las emisiones. La crisis ofrece una oportunidad única para cumplir con la justicia social y ambiental. Solo una situación más justa permitirá la sostenibilidad y, para que esto suceda, es imperativo un paquete de ayuda financiera que erradique la pobreza mundial, rehabilite el medio ambiente y estabilice el clima. Sin embargo, esto no será posible hasta que los ricos cambien sus formas de consumo y producción y aprendan a vivir dentro de límites sostenibles. Simultáneamente, los países en desarrollo deben evitar el camino que tomaron los países industrializados y cambiarse ya al de la producción y consumo ecológicos.
La huella que la humanidad ha dejado en el actual cambio climático es evidente. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)1 y su derivado, el Protocolo de Kioto2, indican la forma de deshacer lo que ya se hizo y evitar la catástrofe. Sin embargo, aunque es necesario tomar medidas, el enfrentamiento entre los países desarrollados y aquellos en desarrollo continúa sin solución a la vista. Entre tanto, incluso los mejores científicos parecen subestimar la rapidez real del cambio climático. Por ejemplo, mientras el Cuarto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) proyectó que el océano Ártico seguiría presentando hielos durante todo el año hasta aproximadamente 2050,3 poco después quedó demostrado que se había subestimado considerablemente el grado de reducción de los hielos marinos y que se prevé que el océano pierda su hielo marino veraniego mucho antes.4
Es evidente que algo tiene que cambiar antes de que se cruce el umbral tras el cual el cambio climático será irreversible. Pero ninguna de las partes quiere ceder. Los países ricos porque consideran que son presionados para cumplir con objetivos difíciles y exigentes antes de que los países pobres hagan algo. Y los países pobres tampoco quieren ceder porque consideran que se les pide apoyar las mismas metas que los países ricos antes de tener la posibilidad de alcanzarlos en su crecimiento.
Justicia climática
Un mundo más equitativo tiene mejores posibilidades de sobrevivencia y adaptación al cambio climático. El mundo sería más resistente si se fijaran límites al crecimiento (más allá de que se haya traspasado los umbrales temidos o no) y se estableciera la equidad entre y dentro de los países y las comunidades, entre los hombres y las mujeres, entre las generaciones actuales y futuras.
El principio de justicia climática deriva directamente de la CMNUCC, cuyo artículo 3.1 estipula que los países deben actuar “sobre la base de la equidad y de conformidad con sus responsabilidades
comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades”. Esto se complementa con dos principios más en la Declaración de Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo y la Agenda 21 acordados en la Cumbre de la Tierra de 1992: precaución y el que contamina debe pagar. El primero señala que si no se tiene seguridad sobre los beneficios y las consecuencias de las medidas, no se deben tomar. El segundo se explica por sí solo. La justicia climática también está expresada o implícita en numerosas declaraciones y acuerdos más de la ONU.
La huella que la humanidad ha dejado en el actual cambio climático es evidente. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC)1 y su derivado, el Protocolo de Kioto2, indican la forma de deshacer lo que ya se hizo y evitar la catástrofe. Sin embargo, aunque es necesario tomar medidas, el enfrentamiento entre los países desarrollados y aquellos en desarrollo continúa sin solución a la vista. Entre tanto, incluso los mejores científicos parecen subestimar la rapidez real del cambio climático. Por ejemplo, mientras el Cuarto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) proyectó que el océano Ártico seguiría presentando hielos durante todo el año hasta aproximadamente 2050,3 poco después quedó demostrado que se había subestimado considerablemente el grado de reducción de los hielos marinos y que se prevé que el océano pierda su hielo marino veraniego mucho antes.4
Es evidente que algo tiene que cambiar antes de que se cruce el umbral tras el cual el cambio climático será irreversible. Pero ninguna de las partes quiere ceder. Los países ricos porque consideran que son presionados para cumplir con objetivos difíciles y exigentes antes de que los países pobres hagan algo. Y los países pobres tampoco quieren ceder porque consideran que se les pide apoyar las mismas metas que los países ricos antes de tener la posibilidad de alcanzarlos en su crecimiento.
Justicia climática
Un mundo más equitativo tiene mejores posibilidades de sobrevivencia y adaptación al cambio climático. El mundo sería más resistente si se fijaran límites al crecimiento (más allá de que se haya traspasado los umbrales temidos o no) y se estableciera la equidad entre y dentro de los países y las comunidades, entre los hombres y las mujeres, entre las generaciones actuales y futuras.
El principio de justicia climática deriva directamente de la CMNUCC, cuyo artículo 3.1 estipula que los países deben actuar “sobre la base de la equidad y de conformidad con sus responsabilidades
comunes pero diferenciadas y sus respectivas capacidades”. Esto se complementa con dos principios más en la Declaración de Río de Janeiro sobre Medio Ambiente y Desarrollo y la Agenda 21 acordados en la Cumbre de la Tierra de 1992: precaución y el que contamina debe pagar. El primero señala que si no se tiene seguridad sobre los beneficios y las consecuencias de las medidas, no se deben tomar. El segundo se explica por sí solo. La justicia climática también está expresada o implícita en numerosas declaraciones y acuerdos más de la ONU.
Preguntas similares
hace 6 años
hace 6 años
hace 9 años
hace 9 años
hace 9 años