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Relación esquemática entre variaciones de las actividades y su repercusión actual en el medio ambiente y las pesquerías del Mar de la Isla de Seto (tomada de Tatara, 1991)
La explotación de los recursos costeros y de sus hábitat está en función del tamaño de la población humana y de su grado de desarrollo socioeconómico. El constante crecimiento demográfico, y su concentración acelerada en zonas costeras y centros urbanos costeros (la así llamada “litoralización” de las poblaciones), lleva consigo el empleo intensivo de recursos, y unos valores mayores para las tierras costeras. Al propio tiempo, la industrialización desenfrenada de las áreas costeras y la evacuación de los subproductos industriales cerca de la costa está en contradicción con los usos recreativos y de recursos vivos, en particular con las pesquerías y la acuicultura (p. ej., véase Pullin, 1991). Todos estos factores humanos repercuten en el ecosistema marino de formas imprevistas; véase, p. ej., Fig. 4). Una mala planificación del desarrollo industrial, junto con las secuelas de altas densidades de poblaciones humanas transeúntes y permanentes, así como de una agricultura a escala industrial, han contribuido a aumentar en gran medida los efectos desfavorables en los sistemas costeros naturales de todo el mundo (PNUMA, 1990a, b; Williamson, 1992).
El control del desarrollo de la costa y la protección de los hábitat exigirán unos mejores procedimientos de planificación, y entrañarán a menudo opciones sociales y políticas dolorosas. El marco dentro del cual habrán de hacerse esas opciones se suele denominar Ordenación integrada de las zonas costeras (OIZC: Clark, 1992). Como ya se ha indicado, un contexto alternativo para analizar los eventos de influencia terrestre dentro de los mares ribereños es el que se ha denominado como Cuencas de Captación Marinas (CCM) (Caddy, 1993a), que reconoce que el desarrollo humano de las cuencas tierra adentro puede repercutir también en medida considerable en los mares costeros.
En dicha ordenación hay que tener en cuenta todos los usos de la zona costera y tomar en consideración las actividades humanas, especialmente en las cuencas fluviales que desembocan en los mares costeros. El uso sin trabas de ríos y estuarios para la evacuación de nutrientes y compuestos tóxicos da lugar a unos efectos considerablemente desfavorables en los hábitat marinos en situación más crítica, pero la extracción de agua y, en líneas más generales, la regulación de los ríos para la navegación y la prevención de inundaciones repercuten a veces negativamente en los peces fluviales (Welcomme, 1979)y en las especies diádromas como el salmón, las anguilas y el sábalo, si no se prevén. Las consecuencias de una mala ordenación de las tierras dentro de la cuenca en términos de entarquinamiento de las áreas costeras y estuarios, con sus efectos desfavorables en los hábitat costeros, es otro factor ambiental debido a las actividades humanas en la zona costera,y se halla en la interfaz entre ecología y economía (Tisdel, 1982).
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