En los países ricos, la población trabaja sobre todo en la agricultura.
VERDADERO O FALSO

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Respuesta dada por: 19780258
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A simple vista puede parecer una broma de mal gusto hablar a los agricultores latinoamericanos, en particular, y a los ciudadanos de estos países, en general, de desarrollo sostenible, de respeto y conservación ambiental o de simple ecología cuando se estudian sus aprovechamientos agropecuarios y el auge que éstos pueden experimentar, y que de hecho ya están experimentando, al socaire de la globalización, el crecimiento de la liberalización mercantil a escala planetaria y la progresiva integración de muchos países en bloques comerciales regionales, pues de forma legítima los países latinoamericanos esperan que el crecimiento de las exportaciones de materias primas agroalimentarias represente la base sobre la que se apoye su estabilización y posterior desarrollo económico.

Constituye un lugar común afirmar que por motivos histórico-culturales, económicos y políticos de diversa índole las cuestiones ambientales no han preocupado demasiado en América Latina de manera tradicional. Ahí está la dura realidad para corroborar dicho aserto, sobre todo por lo que respecta a la escasa eficacia de la legislación disuasoria para la sobreexplotación del medio o de la que regula el aprovechamiento de los recursos naturales de estos países. Y eso sin hablar de la escasa concienciación popular o de la contaminación "importada" desde los países centrales, fruto de la secular posición adjudicada a Latinoamérica en el sistema capitalista mundial. Además, siempre se dijo, no sin cierta razón, que las legiones de desposeídos han estado durante siglos demasiado ocupadas en sobrevivir, mientras que las oligarquías locales, en clara connivencia con los centros de poder internacionales, no han tenido jamás otro norte que la acumulación capitalista y su perpetuación como clase.

Sin embargo, sostener estos planteamientos de forma estricta hoy en día sería un grave error, ya que en los países latinoamericanos sí existe legislación ambiental (Real, 2000), aunque se trate de disposiciones sectoriales que no consideran a la naturaleza como un todo integral, no tienen en cuenta la necesaria interdependencia de la totalidad de los ecosistemas existentes en el área o ignoran la interacción dinámica de los diversos componentes que conforman los sistemas ecológicos (Gallopín, 1985). Por otro lado, en los tiempos más recientes han surgido diversos movimientos populares que han tomado plena conciencia de la insostenible progresión en la destrucción de su medio, demostrando así que las preocupaciones ambientales no sólo son un privilegio que pueden concederse los países opulentos. Por supuesto, no se trata de un ecologismo al estilo publicista de Greenpeace o al de cualquier Organización No Gubernamental (ONG) de las áreas ricas del planeta que defiende la flora o la fauna de un lugar determinado, sino de personas y comunidades autóctonas que se movilizan contra la degradación progresiva de su medio más próximo y contra la destrucción del modus vivendi de amplios grupos humanos, es decir, luchan por su supervivencia. Es, en definitiva, lo que J. Martínez Alier (1995) denomina la ecología de los pobres.

Por eso, lejos de haber concluido la Historia (Fukuyama, 1992) con la caída del muro de Berlín (1989) y la posterior desaparición de la Unión Soviética (1991), a los seculares antagonismos socio-económicos y al intercambio desigual entre el centro y la periferia se ha sumado, o superpuesto, lo que podríamos denominar un claro antagonismo ambiental donde pugnan grupos con intereses y comportamientos distintos: por un lado, los Estados y las elites económicas, sociales y financieras, cuyo objetivo primordial es un desarrollismo esquilmante que ante todo busca el beneficio inmediato, y por otro, la mayor parte de la población, que aun no oponiéndose a la calidad de vida que propicia el progreso tecnológico, contempla cada vez con mayor preocupación la destrucción de su entorno natural y social, al mismo tiempo que aboga por un desarrollo sustentable. Dicho con otras palabras, parece que surgen contradicciones insalvables entre crecimiento económico y protección del ambiente (Oliver, 1986).

La hipótesis de este trabajo estriba en que el acicate mercantil derivado de la globalización y de la liberalización comercial en el mundo supondrá sin duda un mayor deterioro del medio en América Latina que se unirá a los tradicionales problemas ambientales heredados de la colonización y de la denominada revolución verde, ya que las necesidades del comercio exterior y la búsqueda de beneficios tangibles a toda costa están desembocando en una ampliación, quizás incontrolable, de las áreas agropecuarias y a una intensificación de los sistemas productivos.

Explicación: (por favor mi corona)


mafepul9: copia y pega? no respondiste si era falso y verdadero
Respuesta dada por: mafepul9
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Respuesta: es falso

Explicación: por q no siempre es así pueden basarse en no se ropa de marca o algo asi

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