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La palabra virus proviene del latín que significa “veneno”. Ante semejante definición, no es de extrañar que cuando los mencionamos se sienta una especie de escalofrío que recorre nuestro cuerpo. Los virus son tan fascinantes como complejos, indefinidos y una gran fuente de controversia, generándose la pregunta obligada de si son entes vivos o no. Los científicos no se terminan de poner de acuerdo al respecto, ya que estas “estructuras de DNA (o RNA) y proteínas” cumplen con algunas de las características de los seres vivos y con otras no. Por un lado, los virus evolucionan, responden al fenómeno de la irritabilidad, pero no se reproducen de forma autónoma y no producen su propia energía.
Históricamente, los virus se han identificado por causar problemas a la humanidad, causando enfermedades en animales, plantas, microorganismos y al mismo hombre. Existen más de 20 familias de virus que nos afectan, causando enfermedades tan nímeas como una gripa o tan graves como el SIDA. Es por ello que el estudio de los virus a diferentes niveles es escencial para entender cuales son los mecanismos bajo los cuales pueden infectar a su hospedero natural para poder causar una enfermedad. Esta última característica hace a los virus difíciles de estudiar, ya que como patógenos obligados requieren a un huésped vivo para su replicación. Los candados celulares que los organismos vivos usan para defenderse de un ataque por virus son muy diversos y el estudio minucioso de cada uno de ellos, se vuelve una ciencia de toda la vida.
En el laboratorio de Biotecnología Agrícola y Alimentaria de la División de Ciencias de la Vida, nos enfocamos a estudiar a un grupo de virus; los denominados virus entomopatógenos.
El propósito de nuestro laboratorio es encontrar cepas nativas de virus que de forma natural estén infectando a insectos plaga. De esta manera, las cepas altamente virulentas contra la plaga del maíz, del brócoli o del manzano pueden ser utilizadas como agentes de control biológico de los mismos insectos a los que ya están infectando de forma silvestre, pero ahora de una manera más sistematizada y controlada. Estos virus se caracterizan a nivel morfológico, biológico y molecular para seleccionar aquellas cepas con mayor potencial y así poder reproducirlos a gran escala para la elaboración de bioinsecticidas, que en un futuro pueden constituir una alternativa amigable con el medio ambiente y con el hombre para controlar plagas de insectos en el campo, en el hogar, en la industria, etc.
La premisa fundamental es que los virus se seleccionen por su especificidad hacia su insecto huésped y que no posean ningún pariente incómodo que infecte a cualquier animal vertebrado.
No todos los virus son malos; existen este tipo de virus que nos pueden ayudar a controlar plagas de una forma segura, con la finalidad de disminuir la aplicación de insecticidas químicos, los cuales dicho sea de paso, han contaminado y dañado a la salud del hombre desde hace muchos años, tal vez de una manera mucho más agresiva que los propios virus.
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