Respuestas
Respuesta:
Las guerras tienen efectos ambientales muy desiguales. Algunas veces alteran los ecosistemas o modifican el equilibrio entre las especies aunque su impacto ambiental no resulta fácilmente perceptible a simple vista. En otras ocasiones, en cambio, sus secuelas son generalizadas y quedan impresas en los paisajes durante largos periodos de tiempo. En tales casos una resiliencia completa no es siempre posible y, caso de serlo, resulta siempre delicada y muy lenta.
Explicación:
Sobre antiguas parcelas agrarias o en zonas próximas a ellas el primer estadio suele ser protagonizado por las “malas hierbas” que acompañaban a los cultivos y que se adueñan del terreno una vez desaparecidos éstos. Rápidamente se les unirán diversas plantas nitrófilas y ruderales (como ortigas, zarzas o diversas gramíneas dependiendo de la región) y, en ocasiones, taxones de carácter invasor que sacan provecho de la existencia de nichos vacíos. Por fin, aparecerán los ambientes preforestales en los que las herbáceas cederán protagonismo a las plantas leñosas preludiando las formaciones maduras.