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Explicación: La influencia platónica resurgió a finales del periodo romano en el Neoplatonismo
fundado por Plotino en el siglo III d.c. Aunque se pretende un simple recuperador de la
doctrina platónica, lo que realmente hizo Plotino fue crear una nueva doctrina que tomaba
algunos elementos del platonismo (fundamentalmente su idealismo) y los mezclaba con
doctrinas orientales, sobre todo del mazdeísmo, la religión persa según la cual el mundo
estaba regido por dos principios, el principio del Bien y el principio del Mal, que Plotino
identificó respectivamente con lo inteligible y con la materia. Plotino generó así una doctrina
semireligiosa centrada en la purificación y salvación del alma, que se entendía como paulatina
separación de esta respecto a la materia (siguiendo la doctrina platónica del Eros), pero que no
se ocupaba lo más mínimo del conocimiento científico ni de la cuestión política, que fueron
centrales en el pensamiento platónico.
Pero quienes aseguraron la futura influencia de Platón fueron las religiones cristiana e
islámica, hasta el punto de que podemos decir que Platón tiene mayor peso en las culturas
generadas por cada una de esas religiones del que tuvo en su propia cultura, convirtiéndose
(junto con Aristóteles) en el filósofo griego por excelencia, relegando al olvido a otras
corrientes que sin embargo tuvieron más éxito en la época grecorromana. La influencia de
Platón en el cristianismo se produjo a través de la teología de S. Agustín de Hipona (354-430
d.c.) que sentó las bases de la teología cristiana, bases que sigue manteniendo tanto la Iglesia
Católica como las otras confesiones cristianas occidentales (esto es, las diversas iglesias
protestantes). Para estructurar racionalmente el dogma cristiano y dotarlo de una
presentación filosófica, acorde a la cultura de la época, S. Agustín se basó en las doctrinas
platónicas (en su interpretación neoplatónica, y no en la versión original que aparece en los
textos del propio Platón). S. Agustín situó el mundo de las ideas de Platón en la mente del Dios
cristiano, e identificó este tanto con la Idea de Bien como con el Demiurgo, conceptos estos
que estaban netamente separados en Platón. Doctrinas típicamente cristianas como su
concepción de la relación entre alma y cuerpo, el rechazo de lo material y sensible (si bien no
tan radical como en el platonismo original o en el neoplatonismo) o la doctrina de la
iluminación del alma por parte de Dios (muy libremente derivada de la analogía del Sol)
provienen del platonismo.