Respuestas
Heráclito hablaba de forma oracular, señalaba con enigmas aquello que creía que era el fundamento del cosmos.
Sí, el pensaba que ese fundamento era el logos o el fuego. Del fuego se puede decir que podía ser, por un lado, un principio material del que los otros elementos se forman por un proceso de condensación y rarefacción: el fuego por condensación se hace agua y luego ésta por condensación se hace tierra y, para volver a formar fuego, sucede el proceso contrario. Pero, además, el fuego también puede ser una metáfora del cambio: cuando contemplamos el fuego nunca es siempre igual y Heráclito pensaba que el ser era siempre cambiante, que siempre estaba en un perpetuo devenir.
Pero ese devenir no es caótico. Los griegos pensaban que el cosmos, el universo, era un todo ordenado de bellamente. El logos es esa ley que ordena todo con justicia. Lo que deviene es siempre de un contrario a otro: una cosa no puede devenir en algo igual a sí misma. Para que ninguna impere sobre otra y se destruya el orden armonioso del universo, la justicia restituye a cada parte del universo lo que le fue quitado por otra según el tiempo correspondiente. Este proceso lo veía él en el pasaje de la primavera al invierno, de la vida y la muerte, de la noche y el día.