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De una bella flor, amarilla como el Sol, nació un fruto verde como el campo llamado mango.
Desde un rama muy alta en su árbol natal, nuestro pequeño mango empezó a engordar y su color a cambiar.
Muy preocupado se notaba el mango al despertar cada mañana y ver que su cintura crecía y crecía sin parar y la rama que lo sostenía empezaba a flaquear quejándose de tanto peso que tenía que soportar.
Un día el mango se puso a pensar: “Si sigo engordando esta rama me dejara caer y en el suelo me moriré“.
Pasaron los días y tanto engordo que la rama lo soltó, cayendo el mango al suelo donde quedo tendido y sin razón. Al despertar el mango se encontró con que su vestimenta exterior había sido aprovechada por los pajaritos de alrededor para vestir a sus hijos y darles aquel bello color que el mango tenía desde que se cayó.
El mango triste y preocupado siguió, puesto que ahora descubierto quedo su bello corazón.
No pasó mucho tiempo sin que la sabia naturaleza pasara por su lado y tomando en sus manos el tierno corazón lo plantara en el campo y le dijera con mucha emoción: “No te preocupes tanto mi hermoso mango que pronto serás el árbol más lindo, bello y frondoso de este lugar”
Y quedando solo el mango en ese nuevo lugar empezó a sentir como raíces y tallos y ramas empezaban a brotar desde su gran corazón y entendió que todos los seres vivos fuimos hechos para acompañar a la sabia naturaleza a perpetuar este bello lugar que Dios nos a regalado para disfrutar y ser parte de un todo sin igual.
FIN
Desde un rama muy alta en su árbol natal, nuestro pequeño mango empezó a engordar y su color a cambiar.
Muy preocupado se notaba el mango al despertar cada mañana y ver que su cintura crecía y crecía sin parar y la rama que lo sostenía empezaba a flaquear quejándose de tanto peso que tenía que soportar.
Un día el mango se puso a pensar: “Si sigo engordando esta rama me dejara caer y en el suelo me moriré“.
Pasaron los días y tanto engordo que la rama lo soltó, cayendo el mango al suelo donde quedo tendido y sin razón. Al despertar el mango se encontró con que su vestimenta exterior había sido aprovechada por los pajaritos de alrededor para vestir a sus hijos y darles aquel bello color que el mango tenía desde que se cayó.
El mango triste y preocupado siguió, puesto que ahora descubierto quedo su bello corazón.
No pasó mucho tiempo sin que la sabia naturaleza pasara por su lado y tomando en sus manos el tierno corazón lo plantara en el campo y le dijera con mucha emoción: “No te preocupes tanto mi hermoso mango que pronto serás el árbol más lindo, bello y frondoso de este lugar”
Y quedando solo el mango en ese nuevo lugar empezó a sentir como raíces y tallos y ramas empezaban a brotar desde su gran corazón y entendió que todos los seres vivos fuimos hechos para acompañar a la sabia naturaleza a perpetuar este bello lugar que Dios nos a regalado para disfrutar y ser parte de un todo sin igual.
FIN
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