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El dictador español toma la iniciativa y escribe a Hitler, iniciando una interesantísima correspondencia cruzada entre ambos en menos de ocho meses, que resultará decisiva para entender las razones por las que España quiso entrar y finalmente no entró en guerra. La carta está fechada el 3 de junio de 1940, seguramente posdatada, cuando las fuerzas aliadas ya han sido disipadas. El Caudillo está exultante por la victoria alemana y desea prestar a Hitler los servicios que considere más valiosos. Es el tiempo de la suprema tentación. Así llaman los historiadores al sueño de Franco, ante los avances del Eje, de reconstruir un nuevo imperio español.
“Querido Führer: En el momento en que bajo su guía los ejércitos alemanes están finalizando victoriosamente la mayor batalla de la historia, deseo manifestarle la expresión de mi entusiasmo y admiración, así como la de mi pueblo que conmovido contempla el glorioso desarrollo de una lucha que siente como propia y que llevará a término las esperanzas que ya alumbraron en España cuando vuestros soldados compartían con nosotros la guerra contra los mismos enemigos, aún cuando camuflados. (...) No necesito asegurarle cuán grande es mi deseo de no permanecer ajeno a sus preocupaciones y cuán grande mi satisfacción de prestarle en cada momento los servicios que Vd. considere como los más valiosos”.
Hitler valora más la neutralidad española, pensando que su curso puede ser más un lastre que algo resolutivo para el final de la guerra contra Inglaterra. España está destrozada tras tres años de cruenta guerra civil, el ejército está mal equipado, hay hambruna, miseria, desabastecimiento y faltan materias primas, todo incrementado por el bloqueo norteamericano: el Führer rehúsa la entrada de España en la guerra.
El 23 de octubre de ese mismo año Franco y Hitler se encuentran en Hendaya. Durante la entrevista Hitler le dice al Caudillo: "Soy el dueño de Europa y como tengo a mi disposición doscientas divisiones no hay más que obedecer". Hitler se hecha atrás en la decisión de reconocer a España el Oranesado y Marruecos a costa de Francia. Este cambio de decisión es debido a que a Hitler le interesaba más un acuerdo con el primer ministro de Vichy que con España. Éste le aseguró que así podría contar con el apoyo de Francia para la construcción de un nuevo orden europeo. Aunque no satisfaga las peticiones españolas Franco le dice que España siempre se a sentido miembro del Eje. Hitler les dice a Francia y a España que si se marchan conjuntamente el resultado de la guerra no significará grandes modificaciones territoriales. Pero Franco confiesa que España no se puede fiar. Si no contraen un compromiso firme de cederles unos territorios no entraran en guerra. Finalmente, Franco fija un común acuerdo con las tres potencias del Eje. Hitler y Franco salen de Hendaya con mal sabor de boca.