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La división de poderes es en la política una de las teorías más importantes y adoptadas a nivel mundial en los últimos tiempos. La misma podría describirse como una forma de organizar el Estado, agrupando y dividiendo sus funciones en tres esferas diferenciadas que cumplen un rol diferente y cuya existencia tiene por objetivo el control mutuo así como también la limitación de la concentración personal del poder.
Esta concentración personal de poder es característica de formas de gobierno como la monarquía, mientras que la división de poderes es un tipo de sistema característico de los gobiernos democráticos.
La democracia es una modalidad de gobierno y de organización del estado en la cual existen mecanismos de participación, como el voto, que les permiten a los habitantes de esa comunidad elegir de manera directa a sus representantes políticos. Esto por supuesto legitima aún más a aquellos dirigentes políticos que son elegidos dentro de este marco.
Entonces, la división de poderes es un ordenamiento que caracteriza al estado de derecho moderno y que propone principalmente un ordenamiento y distribución de las funciones del estado a través de un organismo especializado.
Poder ejecutivo, legislativo y judicial
Las tres esferas en las cuales se divide el poder de acuerdo a este sistema teórico son la del Poder Ejecutivo (aquel poder que se encarga de administrar de manera directa el estado a través de funcionarios como el presidente y sus secretarios y ministros), el Poder Legislativo (responsable del debate y de la redacción, formulación y aprobación de leyes, conformado por el parlamento o congreso, que sesiona a través de sus dos cámaras en este sentido) y el Poder Judicial (el que tiene a su cargo el ejercicio de la justicia en todos los niveles del Estado, siendo impartido por el tribunal mayor de justicia o corte suprema y los tribunales inferiores).
Evitar la concentración de poder
El fin básico de esta división es evitar la concentración de poder en un solo organismo estatal y que por supuesto llevaría directo al despotismo. Dividir la autoridad pública implica anticiparse al peligro que supondría un escenario político despótico. Fraccionando el poder en diversos organismos se evita ese panorama y ninguno de los poderes tendrá la capacidad de instalar un régimen autoritario.
Normalmente, el poder máximo recae sobre el poder ejecutivo cuando se habla de democracias personalistas, situación que se da en la mayoría de los casos del planeta. Sin embargo, esta importancia del poder ejecutivo no puede ser comparada con la concentración del poder en la persona del presidente ya que la presencia de los otros dos poderes es siempre central. En algunos países con larga tradición parlamentaria (como Gran Bretaña), el poder que más importancia tiene es el Poder Legislativo.
Concepción nacida en la antigüedad clásica pero que ve la luz en el siglo XVIII
La división de poderes es una noción que se retoma y se reinstala con fuerza recién a fines del siglo XVIII cuando pensadores y filósofos de la talla de Montesquieu o Rousseau comenzaron a reflexionar sobre los costos de los gobiernos monárquicos y absolutistas y sobre los beneficios de un sistema en el cual el poder se repartiera en tres esferas diferentes, controlables y cooperables entre sí.
De todas maneras debemos decir a propósito del origen que la preocupación y ocupación por la división de poder estuvo presente muchos siglos atrás. Filósofos destacados de la antigüedad griega como Cicerón y Aristóteles hicieron propuestas al respecto.
Pero claro, era necesario que la coyuntura aprobase esa demanda y el escenario propicio se generó unos siglos después, tras la Revolución Francesa y el movimiento iluminista que iluminó a muchos intelectuales en este aspecto. La libertad era sin dudas el valor más agitado por esta época y ello generó el contexto ideal para la propuesta de la división de poderes.
Ahora bien esto no implica que en gobiernos democráticos, especialmente en aquellos de corte presidencialista donde la autoridad del presidente es bien marcada, no se produzca una desviación en la propuesta democrática y el presidente termine avanzando sobre los otros poderes con la clara misión de mantener su poder acotando la intervención de los otros.
La división de poderes es uno de los derechos fundamentales de la democracia y es, al mismo tiempo, uno de los elementos que más rápido se pierde cuando se instauran gobiernos dictatoriales por la fuerza ya que los mismos pasan a centrarse sobre una sola persona principal o sobre un grupo muy reducido de personas que ejercen entre sí todas las funciones sin haber sido elegidos por el pueblo.
... via Definicion ABC http://www.definicionabc.com/politica/division-de-poderes.php
Esta concentración personal de poder es característica de formas de gobierno como la monarquía, mientras que la división de poderes es un tipo de sistema característico de los gobiernos democráticos.
La democracia es una modalidad de gobierno y de organización del estado en la cual existen mecanismos de participación, como el voto, que les permiten a los habitantes de esa comunidad elegir de manera directa a sus representantes políticos. Esto por supuesto legitima aún más a aquellos dirigentes políticos que son elegidos dentro de este marco.
Entonces, la división de poderes es un ordenamiento que caracteriza al estado de derecho moderno y que propone principalmente un ordenamiento y distribución de las funciones del estado a través de un organismo especializado.
Poder ejecutivo, legislativo y judicial
Las tres esferas en las cuales se divide el poder de acuerdo a este sistema teórico son la del Poder Ejecutivo (aquel poder que se encarga de administrar de manera directa el estado a través de funcionarios como el presidente y sus secretarios y ministros), el Poder Legislativo (responsable del debate y de la redacción, formulación y aprobación de leyes, conformado por el parlamento o congreso, que sesiona a través de sus dos cámaras en este sentido) y el Poder Judicial (el que tiene a su cargo el ejercicio de la justicia en todos los niveles del Estado, siendo impartido por el tribunal mayor de justicia o corte suprema y los tribunales inferiores).
Evitar la concentración de poder
El fin básico de esta división es evitar la concentración de poder en un solo organismo estatal y que por supuesto llevaría directo al despotismo. Dividir la autoridad pública implica anticiparse al peligro que supondría un escenario político despótico. Fraccionando el poder en diversos organismos se evita ese panorama y ninguno de los poderes tendrá la capacidad de instalar un régimen autoritario.
Normalmente, el poder máximo recae sobre el poder ejecutivo cuando se habla de democracias personalistas, situación que se da en la mayoría de los casos del planeta. Sin embargo, esta importancia del poder ejecutivo no puede ser comparada con la concentración del poder en la persona del presidente ya que la presencia de los otros dos poderes es siempre central. En algunos países con larga tradición parlamentaria (como Gran Bretaña), el poder que más importancia tiene es el Poder Legislativo.
Concepción nacida en la antigüedad clásica pero que ve la luz en el siglo XVIII
La división de poderes es una noción que se retoma y se reinstala con fuerza recién a fines del siglo XVIII cuando pensadores y filósofos de la talla de Montesquieu o Rousseau comenzaron a reflexionar sobre los costos de los gobiernos monárquicos y absolutistas y sobre los beneficios de un sistema en el cual el poder se repartiera en tres esferas diferentes, controlables y cooperables entre sí.
De todas maneras debemos decir a propósito del origen que la preocupación y ocupación por la división de poder estuvo presente muchos siglos atrás. Filósofos destacados de la antigüedad griega como Cicerón y Aristóteles hicieron propuestas al respecto.
Pero claro, era necesario que la coyuntura aprobase esa demanda y el escenario propicio se generó unos siglos después, tras la Revolución Francesa y el movimiento iluminista que iluminó a muchos intelectuales en este aspecto. La libertad era sin dudas el valor más agitado por esta época y ello generó el contexto ideal para la propuesta de la división de poderes.
Ahora bien esto no implica que en gobiernos democráticos, especialmente en aquellos de corte presidencialista donde la autoridad del presidente es bien marcada, no se produzca una desviación en la propuesta democrática y el presidente termine avanzando sobre los otros poderes con la clara misión de mantener su poder acotando la intervención de los otros.
La división de poderes es uno de los derechos fundamentales de la democracia y es, al mismo tiempo, uno de los elementos que más rápido se pierde cuando se instauran gobiernos dictatoriales por la fuerza ya que los mismos pasan a centrarse sobre una sola persona principal o sobre un grupo muy reducido de personas que ejercen entre sí todas las funciones sin haber sido elegidos por el pueblo.
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