Respuestas
Un testimonio no necesita comenzar con la frase “Me gustaría dar mi testimonio”, y no tiene que terminar con “En el nombre de Jesucristo. Amén”. Un testimonio es una expresión de lo que creemos y sabemos que es verdad. Entonces, si conversan con su vecina en la calle sobre un problema que ella tiene y le dicen: “Sé que Dios contesta las oraciones”, eso puede ser tan poderoso como cualquier testimonio que compartan desde el púlpito en la Iglesia. El poder no viene del lenguaje florido; proviene del Espíritu Santo que confirma la verdad (véase Doctrina y Convenios 100:7–8).Amóldense al flujo de la conversación naturalSi estamos dispuestos a compartir, hay muchas oportunidades a nuestro alrededor para introducir el testimonio en las conversaciones cotidianas. Por ejemplo:
Alguien les pregunta sobre su fin de semana. “Fue genial”, responden. “La Iglesia fue justo lo que necesitaba”.
Alguien les expresa compasión después de enterarse de un desafío por el que ustedes están pasando: “Lo siento mucho”. Ustedes responden: “Gracias por su preocupación. Sé que Dios me ayudará a salir de la situación. Él siempre ha estado a mi alcance”.
Alguien comenta: “Espero que este clima horrible cambie pronto”, o “El autobús está retrasado”, o “Mire ese tránsito”. Ustedes podrían responder: “Estoy seguro de que Dios ayudará a que todo se solucione”.
Compartan sus experienciasSi estamos dispuestos a compartir, hay muchas oportunidades a nuestro alrededor para introducir el testimonio en las conversaciones cotidianas. Por ejemplo:
Alguien les pregunta sobre su fin de semana. “Fue genial”, responden. “La Iglesia fue justo lo que necesitaba”.
Alguien les expresa compasión después de enterarse de un desafío por el que ustedes están pasando: “Lo siento mucho”. Ustedes responden: “Gracias por su preocupación. Sé que Dios me ayudará a salir de la situación. Él siempre ha estado a mi alcance”.
Alguien comenta: “Espero que este clima horrible cambie pronto”, o “El autobús está retrasado”, o “Mire ese tránsito”. Ustedes podrían responder: “Estoy seguro de que Dios ayudará a que todo se solucione”.
Compartan sus experienciasSi estamos dispuestos a compartir, hay muchas oportunidades a nuestro alrededor para introducir el testimonio en las conversaciones cotidianas. Por ejemplo:
Alguien les pregunta sobre su fin de semana. “Fue genial”, responden. “La Iglesia fue justo lo que necesitaba”.
Alguien les expresa compasión después de enterarse de un desafío por el que ustedes están pasando: “Lo siento mucho”. Ustedes responden: “Gracias por su preocupación. Sé que Dios me ayudará a salir de la situación. Él siempre ha estado a mi alcance”.
Alguien comenta: “Espero que este clima horrible cambie pronto”, o “El autobús está retrasado”, o “Mire ese tránsito”. Ustedes podrían responder: “Estoy seguro de que Dios ayudará a que todo se solucione”.
Compartan sus experienciasA menudo hablamos unos con otros sobre nuestros desafíos. Cuando alguien les cuenta los problemas a los que se enfrenta, pueden compartir alguna ocasión en la que Dios les ayudó en sus pruebas y testificar que saben que Él puede ayudarlos a ellos también. El Señor dijo que Él nos fortalece en nuestras pruebas, “para que me seáis testigos en lo futuro, y para que sepáis de seguro que yo, el Señor Dios, visito a mi pueblo en sus aflicciones” (Mosíah 24:14). Podemos ser testigos de Él cuando testificamos de cómo nos ha ayudado en nuestras pruebas.
Estén preparadosPara algunos de nosotros, compartir el testimonio sin haberlo planeado antes puede ser intimidante. Hay maneras en las que podemos planear por adelantado y estar “siempre preparados para responder con mansedumbre y reverencia a cada uno que [nos] demande razón de la esperanza que hay en [nosotros]” (1 Pedro 3:15).
Primero, estar preparados puede significar considerar cómo vivimos. ¿Estamos invitando al Espíritu Santo a nuestra vida y fortaleciendo nuestro propio testimonio cada día mediante una vida recta? ¿Le estamos dando al Espíritu la oportunidad de hablarnos y darnos las palabras que necesitamos a través de la oración y el estudio de las Escrituras? Como aconsejó el Señor a Hyrum Smith: “No intentes declarar mi palabra, sino primero procura obtenerla, y entonces será desatada tu lengua” (Doctrina y Convenios 11:21).
Segundo, estar preparados puede significar mirar hacia el futuro y considerar las oportunidades que podrían tener ese día o esa semana para compartir su testimonio. Pueden prepararse para esas oportunidades pensando en cómo estas podrían darles la posibilidad de compartir lo que creen.