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La guerra ha sido, sin duda, uno de los temas a los que el hombre más tiempo y esfuerzo ha
dedicado a lo largo de la historia. El clásico "si quieres la paz, prepara la guerra" ha estado
presente, no sólo en el orden del pensamiento, a lo largo de todas las épocas, sino también en la
realidad política mundial. No obstante, la muerte y destrucción que generan los conflictos
bélicos no ha pasado desapercibida por historiadores y filósofos e incluso en la tradición grecoromana la alabanza o defensa incondicional de la guerra es algo excepcional, predominando la
crítica y denuncia de los males que acompañan al conflicto. Así Virgilio (siglo I a. C.) afirmó
que “las guerras, todas las guerras, son horribles”, para Horacio (siglo I a. C.) “las guerras son
lo odiado por las madres” y Silio Itálico (92 d.C.) escribió que “la paz es la mejor de las cosas
que al hombre le ha sido dado conocer; es preferible la sola paz que innumerables triunfos”.
Entre los filósofos posteriores destaca De Rotterdam (1500) por sus adagios en los que resalta
las consecuencias negativas de la guerra, siendo uno de los más conocidos Dulce Bellum
inexpertis o “la guerra atrae a los que no la han vivido”. Este distinguido humanista y filósofo
llegó a afirmar que "la guerra es algo tan monstruoso que corresponde a bestias salvajes más
que a hombres". Kant (1795) en su ensayo sobre la paz perpetua considera la guerra como el
mayor de los males que afectan a las sociedades humanas, fuente de todos los males y de toda
corrupción moral. Para este pensador es la forma extrema del mal general de la naturaleza
humana (el egoísmo natural), pero del que nadie se puede curar completa e inmediatamente.
Marx y Engels (1848), por su parte, también analizan la guerra considerándola en el marco de la
lucha de clases. Para estos filósofos la guerra es un mal, casi siempre, para los de abajo, que se
ven impulsados a ella por la resistencia de los de arriba a ceder parte de sus privilegios. Por
último, en los últimos años destaca Tolstoi (1890) que, con su defensa de la no-violencia se
opone a toda guerra e incluso denuncia la existencia de todos los ejércitos a través de una crítica
a la persistencia de la violencia organizada en nuestras sociedades y que ha influido
significativamente en conocidos pacifistas posteriores como Ghandi o Luther King.