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Respuesta:
Se denomina literatura medieval' a todos aquellos trabajos escritos principalmente en Europa durante la Edad Media, es decir, durante aproximadamente mil años transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a finales del siglo XV.
Explicación:
Hacia finales del siglo XI se afianza en Europa un modelo trifuncional de la sociedad que tiene su origen en la estructura de los pueblos indoeuropeos y que continuará hasta las revoluciones burguesas del siglo XVIII. En algunos casos, rasgos de esta estructura pervivirán, en las sociedades de Antiguo Régimen, hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.
Dicho modelo basa la estructura social en tres estamentos: oratores, bellatores, laboratores, es decir, los que rezan, los que guerrean y los que trabajan, siendo el modo por el que las élites religiosas, políticas y económicas justificaban su preeminencia sobre el resto de la sociedad. La continuidad histórica de este esquema así como sus variaciones tanto sociales como lingüísticas (del latín a las lenguas romances), quedará reflejada en numerosos textos literarios que han servido para la defensa de dichos esquemas por parte de los estudiosos en la materia.
Es en dos obras del siglo XI donde el historiador Georges Duby sitúa el afianzamiento de esta estructura. La primera de ellas, de Gerardo de Cambrai, es una biografía panegírica escrita hacia 1024: la Gesta episcoporum cameracensium. En la Gesta de los obispos de Cambrai se nos presenta la siguiente afirmación: «Desde los orígenes el género humano estaba dividido en tres: oradores, labradores y guerreros». La segunda obra, de Adalberón de Laon, es un poema político dedicado a Roberto, rey de los francos. El Carmen Robertum regem francorum (1027-1031) expone la misma idea de la siguiente manera: «Triple es la casa de Dios que se cree una. Unos oran, otros combaten, otros también trabajan. Sobre la función de uno reposan las obras de los otros dos; cada uno a su turno ayuda a los demás». El hecho que ambas obras fueran escritas por obispos demostraría que los episcopados eran tanto depositarios de la cultura clásica como productores naturales de ideología.3
Esta estructura tripartita ya se había mostrado, de algún modo, en textos anteriores que se habían ido transmitiendo a lo largo de los siglos. Hay que recordar que la Edad Media tuvo más de continuista que de rupturista. En las Etimologiae de San Isidoro de Sevilla (c. 560-636), este describe la división de la sociedad romana «in senatoribus, militibus, et plebibus» concepto que parece proceder, a su vez, de la Eneida de Virgilio o los «comentarius» de Servio.4 Asimismo la influencia de Agustín de Hipona (354-450) y de su modelo tripartito de praelati, monachi, laici tuvo gran difusión en la Hispania visigótica. Más tarde, Haymón de Auxerre († hacia 865/6) sustituirá este esquema por el de sacerdotes, milites, agricultores5 que, de modo parecido, también transmitiría Heric de Auxerre (841-876). En el mismo marco temporal del siglo IX, en Inglaterra, el rey Alfredo el Grande tradujo De consolatione Philosophiae de Boecio añadiendo a la idea trifuncional la figura del rey en el vértice. Es probable que esta estructura provenga del mundo celta dada la preeminencia de la figura real respecto a los demás estamentos: «Así, he aquí los materiales y los útiles con los cuales el rey debe reinar para tener un país próspero: debe tener hombres de oración (gebelmen), hombres de guerra (fyrdmen) y hombres de labor (weorcmen)».6
En el mismo siglo encontramos, también, el primer testimonio de roman antique. Se trata del Roman d’Alexandre, escrito por Alberico de Pisançon hacia 1130, donde el esquema trifuncional aparece trasladado al ambiente cortesano. Como indica Duby, en este texto se aconseja que: «no es bueno que los jefes de los principados escuchen el consejo de los “siervos”, sino solo el de los “gentiles caballeros”» (los que son de buen «género», de buena generación, de buena estirpe), el de los clérigos «cuerdos y buenos» (aquellos que tienen un cuerpo lleno de arrojo y el espíritu iluminado por la sabiduría; el cuerpo, el espíritu y la «rectitud» que mantiene el equilibrio entre ambos), por último, el de las «damas y doncellas».8
En el ámbito hispánico la reaparición del esquema trifuncional se dará en el siglo XIII en dos textos jurídicos: los Fueros de Aragón, en la versión de la Compilación de Huesca (1247) y las Partidas de Alfonso X (1256-1265) en donde la división oratores, bellatores, laboratores aparece claramente definida.9