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Introduccion
EL VAMPIRO EN LA LITERATURA
La figura del vampiro es una constante en la narración oral y la literatura folklórica de ciertas zonas del Sur de Europa. Pero sólo a partir del siglo XVIII se le puede considerar como un personaje literario, que no alcanzará fuerza y dramatismo hasta el siglo XIX, con la obra de Polidori , The Vampyre (1819). Las dos obras que caracterizan al vampiro moderno son la de Sherifhan Le Fanu, en su cuento, Carmilla (1871) –condesa Mircalla- basado en la historia real de la condesa húngara Elizabeth Báthory y la obra de Bram Stocker Drácula (1887) que recrea la leyenda de un conde de Transilvania.
En 1976 se publicará Entrevista con el vampiro, de Anne Rice, que iniciará una de las sagas vampíricas más conocida. Rice retrató al vampiro romántico por excelencia. Un depredador al que la inmortalidad le había vuelto, además de poderoso, extremadamente bello y seductor. Los vampiros llegan cargados de erotismo y sensualidad capaces de enamorar al lector, pese a que no dejan de lado su naturaleza casi diabólica de bebedores de sangre.
Hoy en día la figura del vampiro sigue siendo sinónimo de gran público, como lo demuestra la reciente y exitosa saga Crepúsculo (2005) de la escritora norteamericana Stephanie Meyer, en la que los sugerentes vampiros siguen siendo el tema principal.
También en España escritores actuales y con gran número de seguidores entre el público juvenil han escrito relatos en torno al mundo de los vampiros y criaturas de comportamientos similares a estos seres; así Laura Gallego en su obra La hija de la noche (2004) nos cuenta una historia de vampiros. Maite Carranza, en su trilogía de La guerra de las brujas (2005-2007) nos presenta a unas malvadas brujas que, pese a carecer de colmillos y otros rasgos típicos de los vampiros, siguen una conducta absolutamente vampírica al beber la sangre de sus víctimas. También en la novela Gothika (2007) de Clara Tahoces, los vampiros se desenvuelven en un ambiente marcadamente gótico, tal y como indica el título de la obra