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Los medios de comunicación se han erigido en el tercer agente social de importancia en la socialización adolescente tras la familia y el grupo de iguales, desempeñando una labor mediadora entre ambos. Pese a que su incidencia social es variable en función de los contenidos, el género y la edad, los medios constituyen una rica fuente de información y aprendizaje que nutre de recursos simbólicos a sus experiencias vitales.
Los medios como fuente de conocimiento social
De acuerdo con el investigador francés Dominique Boullier (1991), la verdadera influencia de la televisión comienza cuando se apaga el aparato. Sus contenidos, mensajes y valores se diseminan por el tejido social e impregnan buena parte de las actividades diarias de la gente. Incide en el conocimiento y la información que se tiene del mundo tanto cercano como lejano, así como en los ritos y prácticas sociales. Un chico ve Crónicas marcianas y al día siguiente lo comenta con sus amigos. Son dos actos que implican: a) la recepción de información y su consiguiente retención, y b) la transmisión-comunicación de la misma en el acto social de la interacción con sus amigos. El proceso es sencillo, pero el acto social con los contenidos televisivos supone una especie de caja de resonancia de éstos con los valores que llevan aparejados.
Los investigadores de los llamados usos sociales, concepto formulado por vez primera por Lull en 1980, han intentado entender el modo en que los significados esparcidos por el tejido social se encuentran presentes en la vida cotidiana de la gente. James y McCain (1982) observaron cómo en los juegos de los niños en edad preescolar, en sus expresiones y relaciones, se hallaban presentes las huellas de los mensajes televisivos. En sentido parecido, Walkerdine (1994) comprobó este aspecto en el ámbito doméstico al observar el modo en que los mensajes de la televisión dinamizaban la vida de una familia. Otros investigadores procedieron de la misma forma en otros ámbitos y grupos.( 1)
Los contenidos mediáticos desempeñan una función social fundamental, constituyendo buena parte del alimento espiritual de las nuevas generaciones. De ellos se habla con los amigos, suscitan discusiones y permiten consolidar lazos y vínculos sociales. Es una especie de sociabilidad en espiral que propaga lo que emana de los medios de comunicación. No cabe duda de que el imaginario colectivo se halla cada vez más repleto de significados y símbolos deudores de esos medios. Y en el caso de niños y adolescentes, al encontrarse en un etapa vital de su desarrollo, la información y los valores que incorporan procedentes de ellos debe ser lógicamente inmensa (Garitaonandia, Juarista y Oleada, 2001). A veces se tiene la sensación de que su cabeza se halla repleta de símbolos y significados tomados de la pantalla.
Precisamente, la corriente americana hipótesis del cultivo puso de relieve las consecuencias que a largo plazo poseen los medios por su capacidad de diseminar valores y conocimientos (véase entre otros, Gerbner, Gross, Morgan y Signorelli, 1994; Potter, 1992; Signorielli, 1993). En tal sentido, actúan de modo similar a un agricultor sembrando trigo, esparciendo semillas a lo largo de la tierra habitada, en este caso, por la audiencia juvenil.
Puede decirse, en definitiva, que lo mediático como fenómeno, en especial la televisión, ha impregnado buena parte de las actividades cognitivas y sociales de aquellas generaciones cuya fuente informativa debe mucho a la pantalla. En buena medida, se puede afirmar que los medios han sustituido a otras fuentes de información y aprendizaje. Desde que los mosqueteros pasaron a ser mosqueperros ha transcurrido bastante tiempo, pero era sólo el comienzo. Para un adolescente, Piaget no es un psicólogo sino el apellido de una modelo; Einstein no es un científico sino un personaje de una programa infantil; El libro de la selva no es de Kipling, ni La sirenita de Andersen, ni La Cenicienta de Perrault, ni Blancanieves de los hermanos Grimm: son todos de Disney. La lista de relatos clásicos que ha corrido igual suerte sería interminable. Y desde luego Crónicas marcianas no es un libro: ¡Ah!, ¿pero hay un libro que se llama así?, preguntó un adolescente. Y Gran Hermano es un invento de la televisión y no un personaje de Orwell.
Y así podríamos continuar. Hace unos años apareció en cierto tipo de prensa una noticia referente al escritor alemán Heinrich Böll porque un futbolista, uno de los héroes de los jóvenes en ese momento, había ido a un congreso sobre el mismo. Un escritor nunca ha atraído tanto a cierta
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Un medio de comunicación es un instrumento o forma de contenido por el cual se realiza el proceso de comunicación. ... Desde que los medios de comunicación nacieron y se desarrollaron, se han vuelto una gran fuente de poder e influencia social a nivel mundial.
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