• Asignatura: Castellano
  • Autor: Anónimo
  • hace 4 años

Alguien me pude decir donde estan las esdrujulas aqui? :Cuéntese de un señor que, por ignorancia o malicia, dejó al morir el siguiente escrito, falto de todo
signo de puntuación: “Dejo mis bienes a mi sobrino Juan no a mi hermano Luis tampoco jamás se
pagará la cuenta al sastre nunca de ningún modo para los jesuitas todo lo dicho es mi deseo”. Se dio
lectura del documento a las personas aludidas en él, y cada cual se atribuía la preferencia. Mas a fin
de resolver estas dudas, acordaron que cada una presentara el escrito corriente con los signos de puntuación cuya falta motivaba la discordia. Y, en efecto, el sobrino Juan lo presentó de esta forma:
Dejo mis bienes a mi sobrino Juan, no a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al
sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo. Como puede verse, el
favorecido resultaba ser Juan; más no conformándose el hermano Luis, este lo arregló así: ¿Dejo mis
bienes a mi sobrino Juan? No: a mi hermano Luis. Tampoco, jamás, se pagará la cuenta al sastre.
Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo. El sastre, a su vez, justificó su
reclamación como sigue: ¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco,
jamás. Se pagará la cuenta al sastre. Nunca, de ningún modo, para los jesuitas. Todo lo dicho es mi
deseo. De este modo, el sastre intentó cobrar su cuenta; pero se interpusieron los jesuitas,
reclamando toda la herencia, y sosteniendo que la verdadera interpretación del escrito era esta:
¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco, jamás. ¿Se pagará la
cuenta al sastre? Nunca, de ningún modo. Para el jesuita todo. Lo dicho es mi deseo. Esta lectura
motivó gran escándalo entre los concurrentes y, para poner orden, acudió la autoridad. Esta
consiguió restablecer la calma, y después de examinar el escrito, objeto de la cuestión, exclamó en
tono severo: -Señores: aquí se trata de cometer un fraude. El finado no ha testado y, por tanto, la
herencia pertenece al Estado, según las leyes en vigor. Así lo prueba esta verdadera interpretación:
¿Dejo mis bienes a mi sobrino Juan? No. ¿A mi hermano Luis? Tampoco. Jamás se pagará la cuenta
al sastre. Nunca, de ningún modo para los jesuitas. Todo lo dicho es mi deseo. “En su virtud, y no
resultando herederos para esta herencia, yo, el Juez…, etc., etc., me incauto de ella en nombre del
Estado. Queda terminado este asunto”.
(Napaboy, 2012)

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Respuesta dada por: lilysam230613
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cuéntese

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