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1. La época indígena
Esta época histórica se extiende desde la llegada del hombre a América, lo que se supone
ocurrió hace al menos 50 mil años, hasta el inicio de la invasión europea. En ese extenso lapso
se produjo el poblamiento del Continente, en un proceso que duró milenios, generó un
verdadero mosaico de culturas y pueblos indígenas diferenciados entre sí, con distintos niveles
de desarrollo socio-económico.
1. Poblamiento del continente (+50 mil - 1500 a. n. e.)
Está comprobado que el hombre no es originario de América, pues existe una imposibilidad
filogenética basada en que los monos americanos forman una rama muy alejada de los
antropoides, lo que descarta que pudieran surgir elementos humanoides por una vía evolutiva.
Aunque existen muchas teorías sobre el origen del hombre americano, todas las evidencias
parecen indicar que llegó ya conformado como homo sapiens procedente de Asia, en varias
oleadas remotas, aunque relativamente tardías comparado con las poblaciones existentes
entonces en el resto de la tierra. La primera migración ocurrió hace más de 50 mil años y se
produjo por el estrecho de Bering, de apenas 90 kilómetros de extensión, favorecido por las
condiciones creadas para su paso al parecer durante el subestadio glacial altoniense (70 mil-28
mil). Eran hombres del paleolítico, nómadas, que vivían en cavernas y se dedicaban a la
recolección, la caza y la pesca. Se extendieron por el Continente de Norte a Sur, hasta llegar,
en un lento desplazamiento efectuado a lo largo de milenios, al extremo austral. A favor de
esta hipótesis se levantan los hallazgos más antiguos encontrados hasta el presente en cada
región americana: los de Alaska y Canadá tienen una antigüedad de más de 30 mil años; en
California de hace 27 mil; en México de unos 22 mil; en Venezuela de 14 mil; en Perú de
hasta 18 mil; 11 mil para Chile y 9 mil en Patagonia.
En opinión de los antropólogos físicos, América fue poblada inicialmente por hombres
de origen mongoloide -llegados primero por un corredor en el estrecho de Bering y después
por las islas Aleutanas- aunque a través de posteriores migraciones entraron también
elementos australoides y melanesoides procedentes del Pacífico. Estos ya eran navegantes y
probablemente se encontraban en los estadios mesolítico y sobre todo neolítico, pues conocían
la agricultura (maíz, yuca) eran sedentarios y sabían trabajar la cerámica. A partir de estas
oleadas, que arribaron en diferentes momentos históricos (entre 7 mil y 2 mil años) de diversos
orígenes étnico, geográfico y nivel de vida, se produjo el desarrollo desigual de los pueblos
aborígenes en un proceso que compete decenas de siglos de duración. Así se conformó una
población autóctona mediante un crecimiento vegetativo bien diferenciado, resultado de
combinaciones propicias o adversas del clima, suelos vegetales ricos o pobres con mayor o
menor conocimiento de la agricultura. Se ha comprobado la existencia de 133 familias
lingüísticas independientes en América, que comprenden cientos de idiomas y dialectos.
2. Desarrollo de las civilizaciones indígenas (1500 a. n. e. - 1492)
Los habitantes de la América anteriores al descubrimiento del Continente por los europeos, se
encontraban en muy diversos estadios de desarrollo. A lo largo y ancho del llamado Nuevo
Mundo vivían infinidad de grupos aborígenes (ges, atapascos, esquimales, algonquinos, sioux,
charrúas, tehuelches, onas, etc.) que aún se hallaban en los primeros escalones de la evolución
social, mientras otros, como los chibchas, tupi-guaranies, arauacos, iroqueses, mayas, incas o
aztecas, entre otros, habían logrado alcanzar nuevas etapas en su desarrollo socio-económico a
partir del momento en que iniciaron el cultivo de la tierra. Esto, que se calcula ocurrió hace
unos 1500 años, permitió el surgimiento en ciertas zonas de Mésoamérica -al parecer a partir
de la cultura olmeca, considerada una especie de civilización madre- y el área andina de
sociedades de clase y deslumbrantes centros de civilización. Aquí la estructura social se
caracterizó por la existencia de comunidades aldeanas organizadas en torno a la propiedad
común del suelo, el trabajo colectivo (ayllú, calpulli) y sometidas a una clase dominante de
guerreros y sacerdotes. Ello fue precedido, en los años 700 a 1000, en estas zonas de
civilización más desarrolladas de la América precolombina, por una serie de crisis intestinas
que pusieron fin al llamado periodo clásico y propiciaron el florecimiento de nuevas culturas,
entre ellas la maya-tolteca, la azteca y la inca.1