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Explicación:
A propósito de la discusión de si la Iglesia puede participar en Política, la Iglesia católica costarricense ha señalado que forma parte de la identidad nacional prácticamente desde que llegaron los españoles. Esto es cierto. No solo formaron parte de la empresa conquistadora sino que fueron la razón moral de esa conquista y del proceso colonizador.
En la expansión territorial europea de los siglos XV y XVI justificaron esa expansión, como parte de los Estados reinantes a los que pertenecían, más cuando el Estado monárquico español era católico, como lo fue el portugués. Y justificaron con todos sus valores religiosos esa expansión, también era la expansión del cristianismo y el catolicismo cuando había ya una fuerte pugna de religiones, que se disputaban territorios, fieles y “almas”.
La Iglesia católica, que llegó con los españoles, fue parte de todo el aparato estatal, conquistador, colonizador, opresor, que se impuso sobre las comunidades originales, autóctonas, indígenas americanas.
La violencia religiosa fue el rasgo de ese proceso, que iba junto con la violencia política, económica, militar, social, jurídica que iban imponiendo los españoles, los europeos, los conquistadores.
La violencia religiosa fue tan brutal como las otras. Fue la destrucción de los templos indígenas, fue el aniquilamiento de los sacerdotes, sukias, chamanes y otros líderes religiosos indígenas, e imponerles a las comunidades indígenas los sacerdotes, los nuevos templos católicos, que se construían, las más de las veces, sobre los templos indígenas destruidos, como se constata en todas las ciudades del continente donde esta presencia católica fue fuerte y determinante, sobre todo donde había mucha población autóctona.
La liquidación de la mano de los indígenas fue un grave problema para la economía que se imponía, porque el trabajo agrícola exige mucha mano de obra y la explotación de actividades mineras, que también se dio, exigió igualmente contingentes humanos grandes, y desplazamientos de indígenas hacia las zonas productoras, como sacaron indígenas de Costa Rica para llevárselos a Suramérica.
La catástrofe demográfica que iba sucediéndose obligó a proteger la mano de obra indígena, y a introducir, luego, mano de obra esclava negra. La Iglesia aquí jugó su papel. La defensa que hiciera de los indígenas estuvo relacionada con la defensa de la mano de obra y la expansión del cristianismo como religión. Reconocer a los indígenas como personas, como seres humanos, reconociéndoles el alma, bautizándoles, evangelizándoles, fue parte de este proceso. A su condición infame de trabajo le ofrecían el cielo en la muerte, resignándose a su condición y a la aceptación de la dominación y explotación a que eran sometidos. Así empezó a desarrollarse la Iglesia católica en el continente.
Al finalizar la colonia, en el siglo XVIII, los criollos enfrentados a los intereses coloniales, que impulsaron los movimientos independentistas, incorporando otras capas de la población, provocaron que en el interior de la Iglesia católica colonial, sacerdotes se incorporaran a la lucha de la Independencia, defendiendo al mismo tiempo a la Iglesia misma, el cristianismo y el catolicismo como parte de esas banderas que quedaron izadas la momento de sobrevenir la Independencia.
Sacerdotes jugaron un papel muy importante en México, pero también se incorporaron a la lucha independentista en Venezuela, en Uruguay, en Perú, entre otros países, y en cierta manera en Costa Rica.