• Asignatura: Historia
  • Autor: gerardoromo119
  • hace 4 años

Los nuevos pobladores debían adoptar la religión católica no vender las tierras y no introducir esclavos verdadero o falso​

Respuestas

Respuesta dada por: juanguarnicv3
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Respuesta:

En el caso de la Nueva España la enseñanza de la religión fue una necesidad primordial al tener enormes núcleos de población en Mesoamérica con un grado avanzado de desarrollo religioso, así como estados teocráticos y prácticas opuestas a principios religiosos occidentales como el sacrificio humano y la poligamia. Millones de indígenas tenían que ser adoctrinados en el catolicismo por la Monarquía hispánica para tres fines fundamentales: la salvación eterna, el credo católico y su integración a los usos occidentales.

España poseía a principios del siglo XVI aún el llamado espíritu de Reconquista para combatir a los infieles y la creencia en un plan divino para llevar el evangelio, la verdadera fe y la civilización a todos los rincones de la tierra, según las enseñanzas de Jesucristo.

Los reyes hispanos desde los Carlos I fueron los principales impulsores de este proceso que tuvo como protagonistas principales a los frailes de las llamadas órdenes mendicantes, las cuales además de atender la espiritualidad nativa con notables soluciones y métodos -que incluyeron esfuerzos importantes en arquitectura, pintura, música, teatro, traducción de textos y aprendizaje de lenguas indígenas- intentaron implementar entre las cantidades ingentes de indígenas mesoamericanos el estilo de vida europeo..

Explicación:

un periodo esclavista por excelencia, y la península ibérica no fue la excepción. La sociedad romana, a lo largo de toda la historia de su dominio sobre el Mediterráneo, Europa, África y Oriente Próximo, fue esencialmente esclavista, y tanto su economía como su estructura social se basaba en un sistema de clases donde el esclavo constituía el escalón más bajo de la sociedad. Esto se potenció enormemente debido a los cambios sufridos en la economía romana durante la época de expansión, en especial en el sector agrario, donde se multiplicaron las grandes propiedades, especialmente en las nuevas provincias y colonias de la República primero y del Imperio después.2​

El esclavo era considerado un simple objeto de trabajo, desprovisto de personalidad jurídica y perteneciente en su corporalidad y fuerza de trabajo a otro individuo. Su carácter de elemento ideal de explotación, mucho más rentable que los trabajadores libres, extendió su utilización, especialmente en el mundo agrícola, pero también en otras ramas de la economía en donde llegó, incluso, a sustituir totalmente a la mano de obra libre, como es el caso del servicio doméstico.2​ El esclavo, por tanto, no existía más allá de su propia presencia física; no tenía personalidad jurídica; carecía de derechos de ningún tipo (excepto trabajar); no tenía derecho a la propiedad, pues todo lo suyo era del amo (incluyendo sus hijos); y si conseguían permiso para casarse su matrimonio nunca pasaría de ser considerado un simple concubinato. A los esclavos se les podía poner un collar donde se podía leer “tenemene fucia et revo cameadomnum et viventium in aracallist

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