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El dominio político en la peninsula ibérica
Como es sabido de todos, el tiempo y el espacio constituyen esos dos pilares fundamentales de la existencia humana y, por ende, de toda organización social. El tiempo es la materia misma de la historia y los diversos ensayos de periodización constituyen un aspecto esencial del conocimiento histórico.
Asimismo, el espacio es la otra dimensión esencial del hombre y, en consecuencia, el historiador estará atento a los desarrollos sociales y a su distribución espacial.
Amplios y complejos procesos de organización social otorgan a
cada lugar, según los ritmos y las regiones, una singularidad en las formas de reorganización del habitat.
Ya hace algún tiempo, más de veinte años, el profesor José Ángel García de Cortázar dedicó brillantespáginas a esta cuestión y a ellas me remito. En el Occidente cristiano, durante los siglos centrales de la Edad Media, asistimos al alumbramiento de un sistema social articulado en torno a una forma de dominación específica que implicaba una cierta simbiosis o entrecruzamiento entre el dominio sobre los hombres y el dominio sobre la tierra, dando lugar a una especie de amalgama.