¿.Cómo vivían las personas hace mucho tiempo en Costa Rica.??​

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Respuesta dada por: NOSEAZAPOCAREMONDA
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¿Cómo eran los costarricenses de hace cien años?, ¿Cuál era su visión de mundo, sus costumbres, su forma de gobierno? ¿Estaban preparados para enfrentar el siglo XX? Un recuento de la vida en el país en los linderos del año 1900

Para aquel entonces no existía Internet, satélites o la televisión por cable. La información que provenía del exterior era escasa y las condiciones geográficas, sociales, culturales y políticas eran muy disímiles a las actuales. Sin embargo, al igual que ahora, los costarricenses de hace exactamente cien años se prepararon para enfrentar el nuevo siglo.

Vastas eran las expectativas por la llegada de 1900 y aunque no se traba de un cambio de milenio -como ocurre en la actualidad- no faltó quien se acicalara con sus mejores galas y en un ambiente festivo se sentara a esperar a que el reloj marcara las 12 de la noche.

En esa época la electricidad ya formaba parte de la realidad nacional. San José, como capital, solo estaba habitada por unas 4 mil familias, el salario mínimo de un jornalero alcanzaba los 30 pesos y apenas habían transcurrido 10 años desde que se inauguró el ferrocarril al Atlántico.

Faltaban, asimismo, cuatro décadas para que se habilitara una universidad, el Teatro Nacional recientemente había abierto sus puertas al público (1897), el telégrafo se había convertido en uno de los principales medios de comunicación y el país estaba gobernado por las corrientes liberales, en manos de Rafael Yglesias.

Aspectos como estos y otros similares formaron parte del seminario "Fin de Siglo XIX e identidad nacional" celebrado entre el pasado 11 y 14 de mayo en el Museo Juan Santamaría, de Alajuela. En ese encuentro historiadores de distintas instituciones del país ofrecieron un panorama general sobre la manera en como vivían los ticos de antaño.

Explicación:

Mujeres emperifolladas con crinolinas (vestidos largos con los que al caminar barrían las aceras), niños con pantaloncillos hasta las rodillas, hombres de trajes oscuros y sombreros altos, transitando por callejuelas empedradas o resguardándose en casas de adobe y techos de teja, es el típico retrato de San José en las postrimerías del siglo XIX.

La división entre clases sociales para aquel tiempo era tangible. Y aunque la mayoría de los ticos habían sufrido una especie de "blanqueamiento" -pues los indios y negros se encontraban prácticamente relegados- lo cierto es que mientras la opulencia brillaba en los distritos El Carmen y Barrio Amón de la capital, la pobreza hacía sus estragos hacia el sur y el noroeste, en barrios como el denominado La Puebla, según relata el historiador William Elizondo.

Las transformaciones económicas del país, atribuidas al auge de la actividad cafetalera, no solo fortalecieron a la burguesía, sino que dieron pie para que los costarricenses diversificaran sus ocupaciones.

Es así como en los principales barrios y caseríos se encontraban colmados de albañiles, carpinteros, sastres, panaderos, militares, empleados públicos, maestros, tenedores de libros, abogados, médicos, autoridades eclesiásticas y diputados.

Las mujeres jefas de hogar y en estado de pobreza, también se dieron a la tarea de buscar sustento y se emplearon como lavanderas, cocineras, niñeras, costureras, incluso, en algunos casos, hasta fungieron como prostitutas. Las ventas de comida casera, de pan, tortillas o bizcochos, fueron de igual forma una opción para salir adelante en los albores del siglo XX.

El papel que jugó la Imprenta Nacional también modificó las actividades de los ticos en aquellos años. En esta institución se elaboraba todo tipo de material: desde hojas de gobierno, publicidad, libros, hasta invitaciones, relata la historiadora Gabriela Villalobos Madrigal.

Quienes trabajaban ahí o en otros talleres tipográficos que se fueron enarbolando en distintos puntos de la ciudad fueron catalogados como la aristocracia obrera, ya que como requisito irrefutable debían saber leer y escribir muy bien.

En vista de que no toda la población cumplía con estas condiciones, los dueños de imprentas recurrieron a fuertes campañas para conseguir aprendices. Fue así, como para inicios del siglo XX, algunas mujeres incursionaron en el campo y despertaron los celos entre los tipógrafos varones. Tanto, que en 1903 la imprenta Greñas fue blanco de amenazas de bombas si seguía contratando mano de obra femenina.

Pero no sólo la capital se encontraba a merced de los cambios. El repunte del café provocó que muchas familias emigraran a otras zonas del país y se diera el proceso de "ruralización", donde sobresalió la imagen del labriego sencillo que llegó a inmortalizarse en la letra del Himno Nacional.

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