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Al adentrarse en las callejuelas del barrio de la Barceloneta, en la Ciutat Vella, sorprende el encanto de una atmósfera todavía popular que se mezcla con los muchos turistas que llegan atraídos por las playas y la calidad de los restaurantes y bares de la zona.
La iglesia de Sant Miquel del Port y el reformado mercado hacen que nos remontemos a los orígenes de un barrio que nació para alojar a los vecinos de la Ribera que habían perdido sus casas con la construcción de la Ciutadella en el siglo XVIII. La ingeniería militar concibió un entramado de calles en una superficie triangular que correspondía al espacio que había ganado al mar la llamada Isla de Maianas. Las casas originales constaban de planta baja y un solo piso, lo que permitía la vigilancia de la ciudad desde la Ciutadella, mientras que la organización reticular de las calles facilitaba la posible circulación militar. Estas viviendas se compartimentaron durante el siglo XIX para alojar la densa población del barrio; son los famosos "cuartos de piso", de 28 m2, que aún perduran hoy en día.
Aquella Barceloneta conserva el carácter marinero de entonces, donde vivían las clases populares de oficios relacionados con el mar y donde se establecieron las indústrias navales y metalúrgicas. La vida ociosa, por otro lado, se establecía de cara al mar de Barcelona en los baños orientales y en pequeños bares. La llegada de los Juegos Olímpicos de 1992 propició la limpieza de esta fachada marítima y desde entonces el antiguo barrio ha ganado playas, polideportivos y restaurantes de renombre.
La iglesia de Sant Miquel del Port y el reformado mercado hacen que nos remontemos a los orígenes de un barrio que nació para alojar a los vecinos de la Ribera que habían perdido sus casas con la construcción de la Ciutadella en el siglo XVIII. La ingeniería militar concibió un entramado de calles en una superficie triangular que correspondía al espacio que había ganado al mar la llamada Isla de Maianas. Las casas originales constaban de planta baja y un solo piso, lo que permitía la vigilancia de la ciudad desde la Ciutadella, mientras que la organización reticular de las calles facilitaba la posible circulación militar. Estas viviendas se compartimentaron durante el siglo XIX para alojar la densa población del barrio; son los famosos "cuartos de piso", de 28 m2, que aún perduran hoy en día.
Aquella Barceloneta conserva el carácter marinero de entonces, donde vivían las clases populares de oficios relacionados con el mar y donde se establecieron las indústrias navales y metalúrgicas. La vida ociosa, por otro lado, se establecía de cara al mar de Barcelona en los baños orientales y en pequeños bares. La llegada de los Juegos Olímpicos de 1992 propició la limpieza de esta fachada marítima y desde entonces el antiguo barrio ha ganado playas, polideportivos y restaurantes de renombre.
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