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Define los estilos de gobierno
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Es prácticamente imposible hablar de democracia sin evocar a los partidos políticos como los principales entes articuladores y aglutinadores de los diversos intereses sociales. En su origen, los partidos políticos fueron organizaciones muy laxas, agrupaciones que congregaban a secciones de la elite con claros propósitos electorales, la contraparte fue el surgimiento de los partidos de masas, que organizó a obreros y campesinos con la idea de contrarrestar la ventaja económica de las elites. Sin embargo; algunos partidos de masas se transformaron en revolucionarios para por último ser partidos totalitarios o autoritarios (Partido Comunista en Cuba), con el objetivo último de no competir sino de mantener indefinidamente el poder.
Asimov, Isaac (1981). La república romana. Alianza, Madrid.
El origen de los partidos como de la democracia, se remonta a la antigua Grecia y Roma con los inicios de los que sería una sociedad políticamente organizada. En Grecia encontramos grupos integrados para obtener fines políticos, mientras en Roma la historia de los hermanos Graco y la guerra civil entre Mario y Sila son ejemplos de este tipo de ''partidos''7. El surgimiento de los partidos políticos modernos está vinculado con el perfeccionamiento de los mecanismos de la democracia representativa. La teoría afirma, que los partidos modernos tuvieron su origen remoto en el siglo XVII, evolucionaron durante el XVIII y se organizan, en el pleno sentido del término, a partir del XIX y, concretamente, después de las sucesivas reformas electorales y parlamentarias iniciadas en Gran Bretaña en 1832. Los partidos modernos, aunque son producto de la peculiar relación de los grupos políticos con el parlamento, fueron condicionados por los procesos de formación de los Estados nacionales y por los de modernización, que ocurrieron en el mundo occidental durante los siglos XVIII y XIX.
Los partidos políticos son el resultado de la quiebra de la sociedad tradicional o feudal y su paso a la sociedad industrial. El mundo burgués, posterior a las revoluciones en Inglaterra y Francia, requería de formas de organización política que sustituyeran a las estamentarias o corporativas por nuevos modos de organización, dependientes de grupos políticos organizados en el parlamento, con reglas claras para la circulación de la clase política. Estas reglas serían de carácter electoral y tendrían un sentido distinto al llamado mandato directo (y en ocasiones vitalicio) de los representantes respecto de sus representados; tal mandato quedó sustituido por el representativo, con el cual el diputado ya no es considerado representante exclusivo de su distrito, sino de toda la nación, y deja de estar obligado a seguir ciegamente el mandato imperativo de sus electores.
La sociedad libre que surgió necesitaba organizaciones que fueran funcionales en el nuevo contexto. La división entre la sociedad civil como ámbito de la libertad de la persona y la sociedad política o Estado exigía entonces canales de comunicación que articularan intereses entre una y otra, fue así que los cauces de intercambio se articularon a través del parlamento y los partidos políticos. Estos se convirtieron entonces en articuladores que mediaron la relación entre sociedad civil y el Estado. Es a través de los partidos que se expresan tanto intereses nacionales como particulares, su función es por tanto indispensable en una sociedad plural en la que los distintos grupos e intereses requieren de participación y representación. Los sistemas políticos plurales en condiciones de una lucha política en igualdad de oportunidades son los mejores catalizadores, y garantes de la democracia.
Michels, Robert (2003). Los partidos políticos. Ed. Amorrortu editores. Argentina.
Sin embargo e inherente a su propio origen, existen posturas como la de Michels8 que afirma, que la naturaleza propia de los partidos es que son organizaciones oligárquicas y no democráticas a su interior sin embargo, y si bien son entes indispensables e insustituibles en las democracias, también son inevitables las diferencias de intereses, diferencias, que eventualmente podrían ser fructíferas en pro de la unidad nacional.
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