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La población indígena constituye uno de los grupos de mayor vulnerabilidad social en el mundo. Hay diversos instrumentos que reconocen sus derecheros y otorgan protección por esta condición[1]. Las Naciones Unidas han hecho numerosas observaciones, expresando preocupación por los niveles de morbimortalidad y mortalidad más desfavorables y poniendo en evidencia “un daño acumulativo y más intenso entre los pueblos indígenas” (CEPAL). Las epidemias ‘del pasado’ siguen siendo una amenaza para las comunidades hoy en día como la tuberculosis que tiene alta prevalencia en comunidades indígenas.“La situación de salud de los pueblos indígenas por enfermedades infecto-contagiosas introducidas ya es grave debido a su alta prevalencia y el muy deficiente servicio de salud. El coronavirus agravaría más esta situación”, dice la antropóloga peruana Beatriz Huertas.
El impacto de las crisis pone de manifiesto el grado de vulnerabilidad de ciertas poblaciones que además de tener peores condiciones de vida tienen mayor sensibilidad ante los impactos de las crisis. Algunos análisis preliminares ya estiman un alto impacto en la desigualdad por la crisis del Covid-19 que repercute de manera más gravosa en la población de menores ingresos. Particularmente la situación de los pueblos indígenas en la mayoría de los aspectos es mucho peor que la de otras personas no indígenas con características similares, como el mismo nivel de educación, edad, lugar de residencia rural o urbana, tipo de trabajo y las tipologías de hogar, lo que apunta a que existen barreras que los afectan de manera diferenciada y excluyente. Un antecedente que puede servir es el impacto de la gripe H1N1 que mostró un impacto mucho mayor en comunidades indígenas en Nueza Zelanda, Australia y Canadá. Si bien las cifras son inciertas para el contexto latinoamericano la mortalidad por la Influenza y H1N1 fue entre 4 y 7 veces mayor en las poblaciones indígenas. Esto se debe a que tener poco acceso a medios de sanitización, hacinamiento entre otros factores aumentan la morbilidad y las malas condiciones de salud los vuelve una población de alto riesgo de mortalidad por epidemias.
Por el momento, hay pocos casos de indígenas que se han contagiado el virus, pero hay una alta preocupación por el avance de este virus. Varias comunidades han decidido aislarse y han requerido a los gobiernos que impidan el acceso de foráneos a las comunidades. Esta ha sido también la recomendación de algunos médicos y antropólogos. Si bien se ha manifestado preocupación por el impacto económico, las consecuencias en la salud de la pandemia podrían destruir comunidades que ya se encuentran en un estado de mucha fragilidad.