1.- Buscar en el texto anterior 10 palabras desconocidas y buscar su significado en el diccionario.
2.- Elabore una oración con cada una de las palabras desconocidas.
3.- Redacte un breve mensaje que nos deja la lectura “UN DIAS MAS”
"UN DIA MAS"
Edna Iturralde
El pequeño chorongo se agarraba fuertemente de su madre, mientras ella saltaba ágilmente de rama en rama y trataba
de escapar. El animalito vio caer a otros monos cuando el horrible trueno de los humanos retumbó en la selva; los
monitos, pequeños como él, eran arrancados de los brazos de sus mamás y metidos en un costal. Sabía que algo
andaba mal, porque el corazón de la mona no latía de la manera que él conocía. Además, percibió un olor diferente al
que siempre tenía su madre, un olor dulzón que le producía miedo. Cerró los ojos y se aferró aún más a la gran mona;
al hacerlo sintió un líquido húmedo en el lomo de su madre. Se miró las manos, las tenía cubiertas de rojo.
Instintivamente el animal presintió lo que pasaba y gimió calladito.
Shhhhhh, no hagas ruido, Bubú —dijo la mona suavemente.
—Tengo miedo, mami —se quejó el monito—, no sé qué es este líquido que cubre tu espalda. ¿No será que la savia
de la vida se está escapando?
La mona se detuvo en una rama y dijo en un susurro:
—Ya no oigo a los humanos, creo que logramos escapar.
Era una noche muy oscura. La madre se subió a lo más alto del árbol y el monito se acurrucó junto a ella, cuidando de
no causarle más dolor. En pocos minutos se quedó dormido. Soñó que estaba en su árbol, donde vivían muchos otros
monos. Estaba balanceándose de una rama a otra, utilizando su cola como si fuera una mano más, estaba tratando de
impresionar a sus amigos con sus habilidades. De pronto vio a muchos hombres que se acercaban con linternas y los
cegaban con ellas para atraparlos. El monito resbaló y cayó al vacío.
Abrió los ojos, asustado. Y en realidad estaba cayendo, junto con su mamá, en medio de un montón de ramas rotas.
Ya en el suelo, Bubú sacudió a su madre varias veces para despertarla y trató de abrirle los ojos con sus dedos.
—Mamá, ¿qué te pasa?, ¿por qué nos caímos del árbol?
La mona respiraba con dificultad. El monito le rascó la cabeza amorosamente.
—Voy a traerte agua, mamá. Oigo el río cerca de aquí.
—No es buena idea que vayas solo al río; la señora Jaguar debe estar enseñando a nadar a sus hijitos; por otro lado,
si te quedas a mi lado pueden volver los humanos y atraparte. Ponte a salvo, hijito —dijo ella angustiada.
—Yo no me iré de tu lado porque sin ti no quiero vivir, mamá. Me quedaré a cuidarte.
La mona se entristeció. Tal vez no tenía mucho tiempo y debía enseñar tantas cosas a su hijo…
—Bubú querido, tienes que aprender a sobrevivir y hacerlo día a día, aun sin mí. En la selva los animales no sabemos
cuántas veces vamos a ver nacer el sol, por eso tenemos que vivir cada día como si fuera el último, sin entristecernos.
Así es como tú debes hacerlo. No sé si estoy muy malherida, pero si yo no despierto por la mañana mira al sol, piensa
que te ha sido permitido vivir un día más y alégrate, porque con eso ya tienes todo—. La mona volvió a cerrar los ojos.
Pasaron las horas y empezó a amanecer. Bubú observó que su madre respiraba más tranquila y la herida había dejado
de sangrar. Le pareció que estaba mejor y que quizá un poco de alimento le haría bien. Se fijó en unas palmas que
crecían cerca de allí y —con mucho cuidado, para no ser presa de otro animal— el chorongo se acercó y cortó unos
cuantos frutos. Una martucha que se hallaba cerca se asustó y echó a correr. El monito regresó donde yacía su madre
y puso sobre su boca los tiernos brotes que estaban mojados por la lluvia. Ella primero los olió cuidadosamente y luego
abrió su boca grande de dientes fuertes. Al principio parecía que le costaba trabajo masticar, pero luego lo hizo con
más facilidad hasta terminar con todo. Bubú saltaba de contento al ver que su mamá estaba bien de nuevo.
Con un poco de dificultad, la gran mona se puso de pie y, agachándose, hizo una señal para que Bubú se subiera a su
espalda. Luego, agarrándose de una rama, se impulsó hacia arriba. Afortunadamente, la herida no había sido profunda
y con el alimento le volvieron las fuerzas. El sol empezaba a salir mojado y amarillento.
—Mira, mira, mami, ya nace el sol —exclamó Bubú. El monito se subió hasta la copa del árbol de ceibo y desde allí,
mirando al cielo, gritó feliz:
—Es un día más, mami, los dos tenemos un día más…
Respuestas
Respuesta dada por:
7
Respuesta:
no entiendo cuál es tu duda
gabrielayepez307:
Tienes que darme aciendo lo que dice arriba 1,2 y 3 con la historia de mas abajo
Respuesta dada por:
2
Respuesta:
Chorongo martucha retumbó dulzón gimio acurrucado balanceándose cegaban malherido yacía
Explicación:
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