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El agua es fundamental para la seguridad alimentaria. El ganado y los cultivos necesitan agua para crecer. La agricultura requiere grandes cantidades de agua para regadío, además de agua de calidad para los distintos procesos productivos. El sector agrícola se posiciona como el mayor consumidor de agua del planeta dada su función productiva, no solo de alimentos, sino también de otros cultivos no comestibles como el algodón, el caucho o los aceites industriales cuya producción no deja de crecer. El regadío demanda hoy en día cerca del 70% del agua dulce extraída para uso humano.
En el año 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos declaraba el derecho de todos a una alimentación adecuada. Sin embargo, el acceso a alimento adecuado en las zonas rurales de muchos países en vías de desarrollo depende de forma sustancial del acceso a los recursos naturales, incluido el agua, necesarios para su producción. El 28 de julio de 2010, la Asamblea General de Naciones Unidas declaró el acceso seguro al agua potable y al saneamiento como un derecho humano. Pero el derecho al agua dentro del contexto del derecho a alimento es una cuestión compleja: mientras el agua de boca y el agua para cocinar sí se verían protegidas, no se verían cubiertos los niveles mínimos de agua necesarios para la producción de alimentos en las zonas áridas.
Hay suficiente agua disponible para las necesidades futuras globales, pero este escenario esconde enormes áreas de absoluta escasez de agua que afecta a miles de millones de personas, muchas de las cuales son pobres y desfavorecidas. Son necesarios cambios fundamentales en la gestión y las políticas a lo largo de toda la cadena de producción agrícola para garantizar el mejor uso posible de los recursos hídricos y responder así a la creciente demanda de alimentos y de otros productos agrícolas.
¿Qué es la seguridad alimentaria?
La Cumbre Mundial sobre Alimentación de 1996 definió la seguridad alimentaria como aquélla que se da cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias a fin de poder llevar una vida activa y sana.
¿Sabías que...?
Se prevé que la población mundial pase de 6.900 millones en 2010 a 8.300 millones en 2030 y alcance los 9.100 millones para 2050. Se espera que para el año 2030, la demanda de alimentos se incremente en un 50% (70% para el 2050). El principal reto al que se enfrenta el sector agrícola no es tanto lograr producir un 70% más de alimentos en 40 años, sino lograr un 70% más de alimentos disponibles en el plato.
Con el objetivo de alcanzar una seguridad alimentaria y nutricional global, son necesarios tanto los compromisos como las inversiones orientados a
producir alimentos más nutritivos con menos agua: se requieren tecnologías innovadoras que garanticen una producción de alimentos más verde y sostenible. Éstas tecnologías son necesarias para mejorar el rendimiento de las cosechas; para implementar estrategias de regadío eficiente; para la reutilización de las aguas residuales y el uso de fuentes de agua de calidad marginal; para encontrar maneras más inteligentes de utilizar los fertilizantes y el agua; para mejorar la protección de las cosechas; para reducir las pérdidas tras la cosecha; y para desarrollar una producción ganadera y marina más sostenible.
reforzar las capacidades humanas y el marco institucional: el desarrollo agrícola en los países menos desarrollados se apoya principalmente sobre las manos de los pequeños agricultores, en su mayoría mujeres. Además, son necesarios nuevos acuerdos institucionales que centralicen la responsabilidad sobre la regulación del agua y descentralicen la responsabilidad sobre su gestión aumentando la propiedad y la participación del usuario.
mejorar la cadena de valor: se pueden llevar a cabo estrategias eficientes de reutilización del agua y de los alimentos en todas las fases del proceso, desde la producción, la manipulación de la cosecha, el procesamiento, la venta al por menor y el consumo, hasta la distribución y el comercio. Esto podría contribuir a garantizar los requisitos medioambientales asociados al agua en aquellos casos donde la reutilización de aguas tratadas no es culturalmente aceptada para otros usos.