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En 1814, el rey Fernando VII había regresado al trono de España. Esta situación quitó argumentos de acción a los hombres que habían iniciado la Revolución de Mayo e instaurado la Primera Junta —y los gobiernos que habían sucedido a ésta— bajo la premisa de la Máscara de Fernando VII. Ya no podían actuar en nombre del rey de España porque éste volvía a estar en el poder efectivo. España quería reconquistar sus colonias; los "realistas" (los partidarios del colonialismo) habían triunfado en Huaqui, Vilcapugio y Ayohúma, y eran fuertes en el Alto Perú, la actual Bolivia. Desde allí pensaban atacar las bases de los independentistas e invadir todo el territorio de Argentina teniendo como objetivo la ciudad de Buenos Aires.
El 15 de abril de 1815, una revolución terminó con el gobierno unitario de Carlos María de Alvear. Los revolucionarios exigieron la convocatoria de un Congreso General Constituyente. Inicialmente se enviaron diputados de todas las provincias iniciando las sesiones el 24 de marzo de 1816. Cada delegado representaba 15.000 habitantes.
Sin embargo la situación de los patriotas independentistas en su frontera noroeste no estuvo asegurada hasta que en marzo de 1816 el porteño centralista José Rondeau aceptó firmar el Pacto de los Cerrillos con el caudillo salteño, (cuando Salta incluía no solo a la actual provincia de Salta sino también a Jujuy, Tarija y Antofagasta extenso y estratégico que era en ese momento el frente de guerra contra los españoles), Martín Miguel de Güemes, el Pacto de los Cerrillos aseguró la libertad de los territorios liberados ya previamente por el Manuel Belgrano y posibilitó que José de San Martín pudiera avanzar contra los españoles y colonialistas más allá de los Andes hasta el Ecuador y mientras por el oriente y noreste José Gervasio Artigas y sus aliados defendían al noreste de las incursiones españolas y portuguesas-brasileñas 2 pese a las actitudes ambiguas de personajes como Pueyrredon, Carlos María de Alvear o Bernardino