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Respuesta:
Cuando una persona está enfadada, probablemente va a hacer daño a los demás. Parte de la experiencia del enfado es el riesgo de perder el control.
La ira puede suscitarse de muchas formas. La frustración puede resultar de la interferencia que una persona o un objeto ejercen en la actividad o en la obtención de los objetivos. Presumiblemente la ruta que toma una persona cuando está frustrada es remover el obstáculo mediante un ataque físico o mental.
La amenaza física es otro de los factores que provocan la ira. Si la persona que amenaza con dañar a otra es insignificante y obviamente incapaz de dañarle, esta última probablemente va a sentir más desprecio que ira. Si la persona que amenaza es claramente mucho más fuerte que la otra, esta sentirá probablemente miedo más que ira. Incluso si la pelea está igualada, la persona experimentará una mezcla de ira y de miedo.
El fracaso de una persona en cumplir las expectativas que otra tiene respecto de ella desencadena también la ira. Y la ira de otra persona dirigida hacia otra; sobre todo, cuando no hay base aparente para el enfado que la primera muestra hacia la segunda o cuando éste parece injustificado.
La ira varía en intensidad, yendo desde la irritación ligera a la rabia o la furia. La ira puede irse alimentando gradualmente, empezando con irritación y acumulándose lentamente o puede estallar en un momento. Las personas se diferencian no sólo por lo que les hace enfadarse explotan de repente y otras tardan mucho o no saben expresar la ira. Además, la ira puede mezclarse con otras emociones.
Algunas personas experimentan una emoción muy agradable al enfadarse. Gozan discutiendo. Los intercambios hostiles y los ataques verbales no solamente les resultan excitantes sino la fuente principal de su satisfacción.
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