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Respuesta:
La identidad y la globalización
Las culturas tienen sus propias formas de ver el
mundo, de estar en un espacio, de representarse, de
priorizar sus intereses, reclamos, etc. Estos componentes, que son constitutivos e importantes de las
culturas, son al mismo tiempo componentes de la
identidad. Pero ¿cuál es el límite entre cultura e
identidad?, esta es una cuestión compleja, pero a
la vez fundamental para entender las relaciones sociales del mundo, de sus culturas y de sus sujetos.
La relación entre cultura e identidad es muy
estrecha y, más allá de entrar en la discusión sobre
qué es la cultura, nos interesa abordarla desde su
nexo con la identidad. Para Gilberto Giménez, “el
concepto de identidad es inseparable de la idea de
cultura, debido a que las identidades sólo pueden
formarse a partir de las diferentes culturas y subculturas a las que se pertenece o en las que se participa” (2007, p. 54). La identidad es ante todo una
construcción social basada en el vínculo que los
sujetos establecen con su cultura y con culturas
disímiles. En tal sentido, se pueden establecer
dos proceso de relación entre la identidad y la cultura: uno de ellos encuentra la cultura como un
espacio que posibilita a los sujetos relaciones de
aprendizaje, de intercambio, de pertenencia,
de identificación como fuentes bajo las cuales se
construye la identidad del sujeto en su cultura; y en
el otro se encuentra la cultura como la posibilidad
de diferenciación con otras, es decir, posibilita la
distinción del sujeto cultural frente al otro que es
distinto. En tal sentido, la identidad no se puede
entender cerrada a las influencias externas e internas, ya que la identidad se construye a partir del
contacto y la cercanía que la cultura y sus sujetos
establecen entre ellos y con la sociedad.
La identidad constituye un vínculo, pero a la
vez es una diferenciación que los sujetos y sus culturas establecen con otros grupos y con la sociedad
en general. Vínculo en la medida en que los sujetos y los colectivos son seres sociales portadores
de identidad que, al encontrarse en relación con
los otros, con la sociedad, intercambian significados; constituye una diferenciación porque este
intercambio genera –en algunos casos– tensiones,
disputas y pérdida o transformación de referentes
para los sujetos que “intercambian” y para la cultura
de la cual forma parte.
Al hablar de identidad, nos encontramos ante
la diferenciación de unas culturas con otras, que
distinguen y demarcan, en cierta forma, su frontera
Explicación:
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