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El drama Ollantay, escrito en quechua, es una de las escasas composiciones literarias que reflejan el espíritu, las creencias, las costumbres y, en general, la vida social y política del Imperio incaico. Este texto, que constituye un valioso legado literario para la cultura quechua, está estructurado en tres actos o jornadas y compuesto en versos octosílabos y heptasílabos de rimas consonante y asonante.
Partiendo de lo expresado por Julio Calvo, quien cataloga el Ollantaycomo una obra de amplia inspiración barroca, más lopesca que calderoniana, típicamente centrada en la acción, y en la que se mezcla lo cómico y lo trágico, lo épico y lo lírico, centro mi atención en el estudio del humor en este texto, en el que, entre muchos rasgos coloniales o hispanistas reconocidos por Raúl Porras Barrenechea y Bartolomé Mitre, se encuentra “la presencia de un gracioso que hace chistes y que se burla de lo divino y de lo humano”, actitud irónica que no conjuga con las manifestaciones culturales del hombre quechua.
El humor, que se presenta en el drama Ollantay de modo no tan evidente, está representado por un solo personaje de nombre Piki Chaqui (“Pie ligero” o “Pata-pulga”), un joven de carácter alegre, astuto, travieso y ligero que hace las veces de siervo, pajecillo o bufón del valeroso Ollantay y, además, le sirve de mensajero de amores con Cusy Coyllur. Al respecto, Bartolomé Mitre manifiesta que el “Ollantay es por su fondo y por su forma y por sus menores accidentes un drama heroico” con características barrocas, en el cual no falta ningún elemento y hasta se tiene la presencia de “un gracioso, escudero y confidente burlesco del galán”.
En el drama, cuyas pasiones no ofrecen la exasperación trágica, intervienen, a veces, elementos cómicos. Desde el primer acto, Piki Chaqui expresa frases que encierran un juego de palabras que dan pie a la broma, pues están cargadas de ingenio y mordacidad, con el fin de disuadir a Ollantay en su empeño de enviar un recado a su amada. “No me parece prudente y a plena luz con un encargo semejante... ¿No me has dicho que es una estrella? Las estrellas sólo se ven cuando el sol se ha retirado”.
En Piki Chaqui, uno de los personajes más reveladores de la obra, cuyo papel no se ha comprendido en toda su dimensión, aunque se le haya identificado con el “gracioso” de las obras teatrales del barroco español, está la clave del humor del drama Ollantay, pues en el desarrollo de sus parlamentos cortos e incisivos o, a veces, desvergonzados e irónicos, sus respuestas no meditadas e ilógicas, se encuentran las claves importantes para una mejor interpretación de la obra.
En esta obra teatral, Piki Chaqui se presenta como un personaje estructural en el que se apoya el autor para ir desarrollando la trama entre bromas y ridiculizaciones, pues éste demuestra un carácter optimista y superficial, pero carece de nobleza y generosidad. Se podría pensar que la participación de Piki Chaki sirve para distensionar los momentos críticos de la historia, sin embargo, no está considerado como un elemento que alivie la tensión dramática, pues su actitud tiende a inclinarse, más bien, hacia lo negativo, como cuando promueve la muerte de los prisioneros, o miente y sonsaca a Willka Uma. Es decir, está dotado de una habilidad e inteligencia prácticas, porque es el típico caradura, pícaro y traidor quien, a través de sus diálogos y juegos reflexivos, denuncia, pone en tela de juicio o ridiculiza algunos aspectos de la cultura española.